CONECTADOS AHORA

Buscar este blog

lunes, marzo 29, 2010

LAS PRISAS Y JOSHUA BELL



La gente va con demasiada prisa a todos los sitios. La mayoría de la gente se queja del ritmo de vida que lleva, pero es ella misma la culpable de sus prisas, porque es la propia gente la que se impone a sí misma un ritmo que no le deja tiempo para la reflexión. Así, la gente se ahorra plantearse cosas y responder a interrogantes. Todo corre prisa, todo es para ayer. Y ni siquiera nos damos cuenta de que, corriendo más, casi nunca se llega antes. De que haciéndolo todo rápidamente, es muy probable que lo hagamos todo mal.
Tan frenética vida llevamos, que hay núcleos -sobre todo urbanos- que preconizan el hacer las cosas con intencionada calma. Ya hay ciudades y pueblos, incluso en España, que se han apuntado al movimiento "slow". No basta ya con dejar el trabajo, la ciudad y marcharse a cualquier zona rural a restaurar una casa que se cae a cachos, a cuidar unas cabras y a plantar un huerto; que dicho sea de paso, hay que tener valor. Ahora la cosa consiste en importar tranquilidad a las ciudades.

El movimiento "slow" consiste en tomarse las cosas con calma. Si te vas a fumar un cigarro, en vez de fumártelo como un autómata, haciendo otras tres cosas a la vez (en cuyo caso no te enterarás ni de que te lo has fumado y necesitarás otro a los cinco minutos), te lo tomas con calma: buscas una cafetería agradable, te sientas en la terraza, pides un café, y cómodamente sentado, sin prisas, sacas tu cigarrillo, remueves el tabaco por dentro del papel con los dedos, coges tu mechero, lo enciendes, y te lo fumas despacito, aspirando lentas bocanadas y expulsando el humo como si fuera el último cigarro de tu vida. Te tomas tu café, y cuando acabas tu cigarro, lo apagas en el cenicero y disfrutas esos cinco minutos de subida de la nicotina al cerebro. Y luego pagas, y te vas. Sin prisas. A la Salgado, cuando era ministra de sanidad, le habría dado un ataque con sólo imaginarse la escena de la bocanada. Ahora, como ministra de economía, seguro que llegaría al éxtasis pensando en la recaudación dejada por los impuestos especiales...
Todo slowly. Si vas a leer el periódico, buscas una sombra agradable en un parque, dejas los zapatos a un lado, apagas el móvil y te olvidas del mundo durante digamos... una hora. Y lees el periódico. Sin más.
Parece una chorrada, una moda más, pero no lo es. El estrés que sufrimos en nuestra ajetreada vida diaria es directamente proporcional al grado de infelicidad que se adivina en la gente. Hasta los niños van por el mundo acelerados, y eso sí que debería representar toda una señal de alarma. Entre el colegio y las actividades extraescolares, muchos niños no tienen tiempo ni de aburrirse. Y aburrirse tampoco tiene por qué ser aburrido. De hecho, es todo un lujo disponer de tiempo para no hacer absolutamente nada. Y si es aburriéndose, mejor.


Pues bien, al hilo de todo esto, leía hace poco tiempo lo que pasó con Joshua Bell. Joshua Bell es un violinista americano de 42 años. Para los aficionados a la música clásica, Joshua Bell es en la actualidad el mejor violinista del mundo. Un fulano que consigue arrancar a su violín sonidos que paralizan auditorios enteros. Porque no sólo toca, también actúa. Transmite de todo. Es un puto crack del violín. Viéndole, aunque vaya en vaqueros, parece que nos trasladáramos a la época de Mozart, con sus palacios y sus pelucas empolvadas.
Pues bien, el tal Bell, que aparte de un excelente músico es un consumado estratega, relaciones públicas e inversor en sí mismo (en determinados ámbitos profesionales, para llegar lejos, ya no basta con ser muy bueno, además hay que saber venderse, y si hay que joder al de al lado, se le jode), en un "experimento" organizado por The Washington Post, se puso con su violín, y una pinta de músico en paro que tiraba para atrás, en una boca de metro de Washington D.C. Estuvo tocando durante cuarenta y cinco minutos su Stradivarius, valorado en tres millones de euros, ante la más absoluta indiferencia de la gente, que pasaba a toda pastilla delante de él pensando en el tren que estaba a punto de perder, en el recibo de la hipoteca, en la reunión del trabajo, en las revistas porno que le encontró al niño bajo la cama... Ni siquiera la inmensa belleza de las notas que salían de ese violín fue capaz de parar un sólo instante la vorágine matutina.
Las cámaras de seguridad de la estación de metro grabaron el concierto improvisado. De las aproximadamente dos mil personas que pasaron delante de él en esos tres cuartos de hora, apenas unas diez se detuvieron, y solamente una chica le reconoció después de mirarle, incrédula, durante un buen rato.
Las prisas no son buenas consejeras, está claro. Así que yo me apunto al movimiento slow. Prisas, las justas. Mañana se lo contaré a mi jefe, seguro que también él se apunta.

sábado, marzo 27, 2010

EL CAMBIO DE HORA Y LA SALVACIÓN DEL PLANETA




Una vez más, desayuno con la noticia de que esta noche a las 2, serán las 3. Me gustaría saber en qué cabeza reside la mente pensante que se inventó la movida esta de cambiar la hora para ahorrar no sé qué energía. Seguro que fue una comisión, porque ya se sabe que las grandes ideas sólo pueden salir de una comisión.
El caso es que yo ya me voy haciendo mayor, y lo que antes no me afectaba, ahora, para ser sinceros, es que me descojona los biorritmos, y me entran unas tremendas ganas de mentarle a la madre a los sesudos ideólogos de la idea. Valga la redundancia. Que hasta mi gata se desconcierta cuando ve que amanece antes de tiempo...
Porque vamos a ver, a mí que me lo expliquen. ¿Qué objeto tiene atrasar la hora en otoño para luego adelantarla en primavera? Por suerte o por desgracia, los que trabajamos de 8 a 15:00 h., todo el año igual, no creo que notemos más diferencia que la derivada de que todo el mundo está jodido porque a las 5 y media de la tarde es de noche (como en Finlandia) y claro, el día no cunde. Toda la tarde con la luz encendida: tiendas, domicilios, empresas, negocios... Eso a cambio de una hora de luz natural extra por las mañanas. Y eso sin tener en cuenta que esa hora de luz natural extra por las mañanas no influye en nada para que se ahorre luz artificial, de hecho todos llegamos al trabajo y encendemos la luz. Haga lo que haga fuera. Por Dios, si hay Ayuntamientos que hasta olvidan reprogramar el alumbrado público y no es infrecuente, por ello, ver farolas encendidas a plena luz del día... La verdad, no sé donde está el ahorro energético.
Por supuesto, no faltarán informes que incluso cifren el ahorro energético en kilowatios. No me creo nada. Llevamos 36 años cambiando la hora y no creo que la economía europea se haya beneficiado de esa medida. Es más: estoy convencido de que el ahorro de energía que se pueda dar con esa medida, se verá claramente superado por los costes derivados de depresiones, bajas por enfermedad y faltas de rendimiento.
Eso sí, a partir de mañana, cuando "a las 2 sean las 3", todos tendremos la ilusión de que los días son más largos, podremos estar de cañas por la tarde más rato, y seremos más felices y más optimistas. Me da en la nariz que más que perseguir un dudoso ahorro energético, esta medida persigue lo que tantas medidas gubernamentales: tener al ciudadano tan agarrado por los huevos, que con una vuelta de tuerca el Estado sea capaz de controlar hasta su estado de ánimo.
Esto del cambio de hora es otra cosa igual que la "hora del planeta", que consiste en apagar la luz durante una hora. Pues muy bien. Me encantan los simbolismos, pero me parecen una parida. Nos quieren vender la idea de que apagando la luz durante una hora vamos a salvar el planeta. Es de risa. Como nos quieren hacer creer que reciclando también vamos a salvarlo. Como si lo que contamina una sola empresa en una semana no anulara todo el reciclaje que una familia entera puede hacer en toda su vida.


¿Cuántas toneladas de plástico, de cartón, de cristal, en definitiva de residuos depositados con mimo en los miles de contenedores de colorines que pueblan la fisonomía urbana de nuestras ciudades, no han acabado mezclados en un vertedero porque el Ayuntamiento de turno no puede hacer otra cosa? A veces cruza por mi cabeza un pensamiento raro: ¿esto del medio ambiente no será otro tinglado para vender contenedores, para -en definitiva- dar de comer a determinadas empresas? Pero luego lo pienso bien y se me pasa enseguida. "No, no puede ser..."
Está claro que algo hay que hacer para que esto no se acabe yendo al carajo, pero los romanticismos están bien para la primavera y en los parques. Y esa tendencia de los gobiernos a señalar al ciudadano cada vez que algo se le jode en las manos, pues no me mola, que se dice ahora. Apunten ustedes a las refinerías, a la industria química, a la industria militar, a las fábricas que vierten de todo en los ríos, a las grandes empresas que tienen las multas tan asumidas, que recogen en sus propios presupuestos partida específica para pagar las multas por infracciones a la normativa medioambiental. A esos es a los que hay que meterles mano de verdad, y dejar en paz al sufrido ciudadano, que ya tiene bastante con trabajar medio año para el Estado.
Por eso, cada vez que veo por la tele a Al Gore y a los seguidores de su secta medioambiental (los algorelianos) con sus mensajes apocalípticos, se me revuelven las tripas. El fulano que más contamina a nivel domiciliario de toda la costa este, y todavía me tiene que decir a mi, que apago las luces "cuando están de más", que tengo mi cubito de reciclaje en casa, y que aprovecho el agua de lluvia para regar las plantas de mi terraza, lo que tengo que hacer...
En resumen, mientras miles de niños mueran lentamente cada día consumidos por el hambre y por enfermedades cuya erradicación per capita cuesta menos que una noche de copas, me tocan los cojones la avutarda, las focas, el sufrimiento de los toros, y hasta el atún rojo. Y me la suda que se desprenda un iceberg de no sé donde. Ya se derretirá.

miércoles, marzo 24, 2010

LA PERVERSION DEL LENGUAJE


Diríase a tenor del título que el lenguaje puede llegar a ser perverso, pero no más que algunos de los que hacen uso de él. Habiendo sido Delibes el último ilustre llamado por la parca que ha dejado una Academia silenciosa, y sentado ya en su nuevo sillón de la universalidad intemporal, se impone una reflexión sobre el acelerado proceso de vulgarización de la lengua castellana.

¿Está evolucionando la lengua o la estamos prostituyendo entre todos? He ahí la cuestión. Dicen algunos que la lengua es algo vivo, que el pueblo que la utiliza es el que marca su ritmo y sus sinuosidades. Y no estoy de acuerdo. No me vendan que ese spanglish propio de un rapero ecuatoriano de Vallecas constituye riqueza literaria, porque me descojono. No me digan que ese catalán que afirma que "han habido situaciones más complejas" no le está dando de hostias al idioma (no al suyo, podría decirnos). Por no mencionar el ya por muchos asumido dequeísmo, tan extendido que incluso personas con un nivel cultural tirandillo a alto, huyendo de la plaga, son capaces de decir que "el periódico de ayer informó que la huelga es inminente". Se informa "de algo" o "acerca de algo". No se informa "algo". Y todo por miedo a meter un "de" entre medias que los deje en bragas ante la audiencia, cuando en ese caso no meter el "de" es quedar igual o peor. El reino de la confusión.

Es cierto, el idioma evoluciona, y el castellano no es menos. Pero evoluciona como las especies: a través de los siglos. No en tres meses. Al igual que una mentira constantemente repetida no se convierte en verdad, una patada al diccionario no se legitima por su insistencia. Y ahí entra en juego el papel de la Real Academia de la Lengua, cuya misión es observar y recopilar, pero no dar cobertura a las bestialidades que oímos cada día por la calle o en los medios de comunicación.

Porque no nos engañemos, España es un país bastante inculto. Es el resultado (inacabado, a lo que parece) del trabajo concienzudo de todos los descerebrados que han tenido algo que cortar en materia educativa en los últimos quinientos años (antes, habremos de convenir que la materia educativa ni existía, fuera de reductos tan minoritarios como excluyentes). Ya está, nunca ha interesado impulsar una sociedad formada y crítica, porque una masa de borregos es más fácilmente manipulable. Asumámoslo.

¿Cuántas reformas educativas ha sufrido este país en los últimos 100 años? Innumerables. Cada cual, peor que la anterior. Generaciones enteras han sufrido cambios educativos que han marcado, de uno u otro modo, su formación, cuando la han tenido, claro. Porque ya me dirán que formación tuvieron Paco el Bajo o el pobre Azarías en aquélla finca del infierno. Un desastre que ha desembocado, finalmente, en una enseñanza primaria de una calidad dudosa y generalista, en una enseñanza secundaria fragmentada y ligera, y en una Universidad intransigente, masificada, politizada y pobre, en la que ayer, sin ir más lejos, determinado grupo de alumnos vapuleó y cosió a escupitajos a un Rector, o antes de ayer se agredió y se puso a parir a una diputada por defender determinadas ideas políticas (las suyas) en una conferencia.


Una Universidad cuyo alumnado se manifiesta y se acojona ante el Plan Bolonia al grito de "privatización no". Deberían darse una vuelta por Princeton, por Oxford, por Yale o por Harvard, para aprender de una jodida vez que una enseñanza de calidad no es que un futuro abogado se pase cuatro horas al día cogiendo apuntes ni tampoco que un futuro ingeniero curse la cuatrimestral denominada "Sexualidad del caracol en entornos evolutivos" para completar los siete créditos que le faltan.

No diré nada del papel que han desempeñado las nuevas tecnologías. Las TICS, como dicen ahora los analfabetos de la materia educativa. Cójanle el móvil a cualquier modernillo de 15 años y ojeen sus mensajes de texto, a ver si entienden algo. Métanse en twitter, en el messenger, en facebook o en cualquier chat y flipen mazo kon las varvaridades k se pueden yegar ha leer. Que ni siquiera se utilizan para ir más rápido y ahorrarse letras, que este menda que les habla ha llegado a leer en un foro que alguien estaba "hairehandose" un poco. Le aireaba yo a hostias, la verdad.


Y no nos engañemos, el Estado de las Autonomías ha tenido bastante que ver en este desaguisado cultural. Está muy bien fomentar las lenguas propias de las distintas autonomías, de hecho la propia Constitución las reconoce y protege. Lo que ya no es de recibo es inyectar por vía intravenosa a la población su lengua autonómica y a la vez vacunarla contra la lengua del país al que pertenece por una mera reacción a no se qué pretendido centralismo. Ni tampoco utilizar el cupo vasco (que engordamos usted y yo) para pagar a los funcionarios euskaldunes vacaciones retribuidas (repito: retribuidas) de dos años a cambio de que asistan a clases de euskera. La cooficialidad mal entendida, vamos. Porque una cosa es fomentar, y otra es aniquilar aquello que no se quiere fomentar.

El resultado es el de tantos y tantos catalanes, vascos, gallegos, valencianos, etc.., que hablan sus respectivas lenguas de lujo (no vean lo divertida que es una película de Clint Eastwood doblada al gallego, y ni les digo oir a Tarzán hablando en bable) y vacilan al emplear el castellano, porque no lo utilizan. Porque utilizarlo en sus territorios, está mal visto, y si rotulas en castellano, te crujen a multas. Es tan absurdo como si el sistema educativo nos obligara a aprender inglés con la exigencia de olvidar el castellano. Pero ¿qué digo? Si no hay un sistema educativo, hay diecisiete... Bueno, es lo mismo. El caso es que esa perversión trae consigo determinados giros lingüísticos que se extienden como la pólvora. El "de que" o el "han habido" son dos de ellos, traídos fundamentalmente de Cataluña. El "si yo pensaría" en vez de "si yo pensara", es otro, traído en este caso del País Vasco. Y entre unos y otros, acabamos jodiendo una lengua milenaria, tanto que dan ganas de pedirle a cada uno que hable en su puta lengua y deje de atacarnos los oídos... y ya nos entenderemos como se pueda, oiga.

La inmigración también ha tenido su aquél en este proceso. Cualquiera que conozca un poco los países hispanoamericanos será consciente de la degradación que el castellano ha sufrido en la masa social mayoritaria de aquéllos países, que -dicho sea de paso- los pobriños tampoco están para pensar precisamente en la pureza lingüística de lo que les sale por la boca. Una degradación tan intensa, que todas las Academias Hispanoamericanas junto con la Española tuvieron que ponerse a currar durante años para publicar una Gramática castellana, de reciente aparición, que pusiera un poco de orden en todo este carajal. Pero es igual. Es una obra que no comprará ni Dios. Las memorias de Belén Esteban venderían bastante más. Vamos, ni yo pienso comprarla, imaginen...

De los medios de comunicación ni hablo. Tampoco quiero hacer sangre a estas horas de la tarde. Pero muchos de esos profesionales de la verborrea, tertulianos impagables que igual hablan de toros, de cine, de política, de física cuántica que de filosofía cartesiana, expertos en todo (¡cómo les envidio!), deberían ser culturalmente fusilados de inmediato. Esos medios de comunicación escritos que publican lo que sea, incluso con faltas de ortografía en titulares de primer o segundo orden y a los que el concepto "revisión de galeradas" ni les suena. ¿Cómo les va a sonar? Si hoy día todas las redacciones "funcionan por ordenador". Por lo menos poned el corrector ortográfico del word, joder.

Hay un libro de Arturo Pérez Reverte, "La reina del sur", que es una joya del surtido lingüístico mexicano. Sobre todo viniendo de un autor que no es oriundo de aquél país, y que no tiene por qué conocerlo de un modo tan exhaustivo. Una joya del lenguaje y del discurso de la calle en Sinaloa, tres balazos por cada dos palabras. Una muestra descarnada de cómo se habla y cómo se las gastan en las ciudades de la coca. Curiosamente le dejé mi ejemplar hace año y medio a una camarera colombiana de bastante buen ver (eso decían los salidos de mis amigos), y la muy pendeja no sólo no me lo ha devuelto, sino que se lo ha quedado. Será para enriquecer su léxico, no más.

A RÍO REVUELTO, GANANCIA DE PECADORES.



Leo, (ya sin estupor alguno, lo reconozco), que la policía ha detenido a un concejal del PP en El Tiemblo (Ávila), de nombre presuntamente José Ramón Hernández Mayoral, junto con otros seis listos más que regentaban -me encanta esta palabra, implica la idea de gerencia- nada menos que una imprenta clandestina de dólares falsos. Efectivamente, tiemblo.

La noticia no sale de cualquier sitio, procede de la Agencia EFE, citando como fuente al propio presidente provincial del PP, Antolín Sanz, que además, para que se entere el tal Mayoral, ha decidido suspenderle de militancia, en un hecho sin precedentes en esta formación desde que Sanz ocupa la presidencia de la misma. Parece ser que, tras ser cazado casi con la tinta todavía en los pulgares (la habrán aprovechado para lo de las huellas, digo yo), el fulano en cuestión, tras una "conversación" mantenida con el alcalde Rubén Rodríguez, también procurador regional en las Cortes de Castilla y León, y ante la sugerencia del regidor, y del propio presidente provincial, ha salido del asunto presentando su "dimisión irrevocable".

"Se ha hecho lo que hay que hacer", ha asegurado a Efe el alcalde de esta localidad de 4.100 habitantes. Según Rodríguez, tras tener esta tarde una conversación con el ya ex-concejal, éste le ha presentado su "dimisión irrevocable" porque "no quiere que asuntos personales entorpezcan el proyecto del equipo de gobierno". Con dos cojones. A falsificar dólares (siempre presuntamente) ahora se le llama "un asunto personal".

El alcalde, Rubén Rodríguez, ha reconocido que la detención ha causado "sorpresa" entre sus compañeros de corporación -normal, añado; todavía deben estar alucinando-, a la vez que se ha mostrado respetuoso con la acción de la Justicia "en todo aquello que vaya en contra de la ley". Supongo que los nervios del momento le han jugado la misma mala pasada que le jugaron el otro día a la Vicepresidenta primera del Gobierno cuando soltó que el Gobierno está trabajando con toda la intensidad en favor de la crisis económica.

Tras señalar que sólo tiene conocimiento de lo sucedido a través de los medios de comunicación, el alcalde ha comentado que la detención se produjo hace aproximadamente un mes y que tras serle tomada declaración fue puesto en libertad, a la espera de lo que dictamine el juez que instruye el caso. No seré yo el que se pase por el forro la presunción de inocencia a que todo ciudadano tiene derecho por el mero hecho de serlo, pero sí es indicativa la existencia de un indicio racional de criminalidad como el existente en este caso, porque no hablamos de cuestiones interpretables, hablamos de una máquina que fabrica dólares falsos como churros, hablamos de las planchas correspondientes y hablamos de 1.347.600 dólares americanos falsos, en billetes de 100, preparados para su distribución en España y en Africa. Y hablamos del Sr. ex-concejal ubicado físicamente dentro del habitáculo donde se encontraban todos los elementos citados. Que lo mismo había ido a visitar a los otros seis y no tiene nada que ver, ¿eh?, pero parece que no, porque según todos los indicios, el tal Hernández Mayoral vive en un chalé a las afueras del casco urbano, que supuestamente podría haber servido para instalar la imprenta clandestina en la que se han intervenido más de 1.300.000 dólares falsos.

La Justicia dictaminará lo que proceda, pero mi reflexión de hoy está relacionada con la autodenominada clase política, en general.


Estoy convencido, a fuerza de leer noticias como ésta, de que uno de los grandes males de nuestra joven democracia reside en los propios partidos políticos. Y me explico. ¿Alguien se ha preguntado qué hace falta para "hacer carrera" en un partido? Bien, creo que todos lo sabemos. Parece que si a cualquier trabajador público, en condiciones normales, se le exige una mínima formación e incluso superar un proceso selectivo más o menos exigente, no sería descabellado que los partidos aplicaran ese mismo criterio en sus organigramas. Así tendrían al menos una posibilidad de filtrar a esta gentuza que "se apunta" a esto de la cosa pública con intenciones inconfesables. Pero no. Es más práctico colocar al amiguete, aunque no tenga ni puta idea de lo que se trae entre manos, que cuando proceda, ya nos devolverá el favor.

Lo dijo una ministra, una de estas nuevas "miembras" del Gobierno de España (a esta miembra yo le diría que tuviera cuidado con el lenguaje, pues no es lo mismo ser un cargo público que una carga pública; el género es así de caprichoso...). Pues eso, que lo decía una ministra: "el dinero público no es de nadie". Y se quedó más ancha que larga. La tentación vive arriba y a muchos se les van los ojos que es un gusto. Y es que llegar a fin de mes se está poniendo bastante jodido, para qué nos vamos a engañar. Ya es grave que haya políticos dispuestos a meter mano en la caja de todos, tirando por tierra la reputación de los que trabajan de verdad (que los hay, aunque bien pocos). Pero más grave es que haya políticos (en este caso ex-políticos) dispuestos a delinquir como vulgares cuatreros en sus horas libres.

Abogo por el establecimiento de una oposición a político con psicotécnico incluido. Organícenlo como quieran, de verdad, no me meto, pero no puede ser que las cúpulas de los partidos sigan actuando como las más significativas familias italianas, con candidatos precocinados, votaciones a mano alzada, listas dirigidas, puñaladas traperas de pasillo, movimientos bajo la camilla, adhesiones inquebrantables y pagos políticos a cuenta de la liquidación final. Todo ello disfrazado de comités internos, asambleas generales, congresos de todo tipo y pelaje, primarias, secundarias y hasta terciarias. Por favor, no insulten más nuestra inteligencia... Al final, Bibiana Aido está donde está, no por su valía, experiencia y bagaje (eso lo deja claro cada día), sino por su relación con Chaves. ¿Nos entendemos ahora? Pues eso.

Es intolerable que esa gentuza que no ha trabajado en su vida, que a los 14 años ya tenían el carnet, y que han vivido siempre a la sombra del partido, ahora encima vayan por la vida sacando pecho, dándonos a los demás -pobres parias-, lecciones de moralidad pública, y dándose esos aires de importancia que me consumen. Sobre todo cuando dejan clara cada vez que abren la boca la negra profundidad del abismo de su ignorancia.

A ver si por lo menos así consiguen reducir al mínimo las posibilidades de que cualquier chorizo de tres al cuarto (o lo que quizá sea peor, cualquier ignorante que no sabe ni de lo que habla) acabe ocupando un cargo público y gestionando nuestros impuestos. Si fueran medianamente inteligentes, se darían cuenta de que un cambio radical en sus hechuras partidarias -que diría de la Vega-, iría en su propio beneficio.

martes, marzo 23, 2010

LO HE INTENTADO.



Lo he intentado, pero no puedo permanecer callado durante más tiempo. Tras tres años largos de reflexión sobre lo que acontece, he decidido volver a escribir. Como diría Reverte, necesito vomitar lo tragado en estos años, que no es poco. Así que hala. Vamos allá.
Trataré de ser regular, que siempre es mejor que ser mediocre.
Y enlazo mi primera vomitona con aquello que sostenía Pérez Reverte en uno de sus artículos (http://www.perezreverte.com/articulo/ patentes-corso/518/la-orquesta-del-titanic/) acerca del comportamiento, ininteligible por no tildarlo de absurdo, de la orquesta del Titanic. Y no le falta razón.
El ser humano es tan imbécil que tiende a vislumbrar cierto heroísmo en sus más excelsos actos de estupidez. Por eso los músicos del Titanic hicieron lo que hicieron, cuando cualquier hijo de vecino habría salido cagando leches de allí, histérico como gato escaldado, aún sabiendo que no había ningún sitio seguro adonde ir. Otros habrían decidido despedirse de la vida rezando, bebiendo hasta perder la consciencia, llorando, recordando a los seres amados y ya añorados, o simplemente, echando un buen polvo (y sin necesidad de condón, total, para lo que iba a servir...)

Ese curioso comportamiento también se produce en la política y sobre todo en la economía: cuando la dócil masa lanar tiene la desgracia compartida de que les gobierne una pandilla de aficionados de mierda (que diría mi admirado Jeff Lebowsky), como es el caso, y comprueba, estadística tras estadística, que la cosa no se puede escoñar con mayor eficacia y rapidez, es cuando surgen las voces solidarias y animosas, el puto coro del Titanic con sus soflamas de "entre todos podemos", "arrimemos el hombro (para acabar de mandarlo al carajo)" y esas futelas. A la vez, para disimular, se sacan de la chistera de la incompetencia pactos de estabilidad, planes de austeridad y comisiones de estudio, a ver si es posible que alguien les aclare cómo coño ha podido irse todo a la mierda tan antes de lo previsto...

Luego van y para rematarla, nos dicen que nos suben los impuestos, pero cuidado, que es por solidaridad. Talmente como si fuéramos imbéciles. Yo pensaba que la solidaridad es lo que yo doy porque quiero, porque soy generoso y me realizo como persona humana, que diría la ministra Aido, compartiendo mi suerte con los desheredados de la galaxia (que diría la senadora Pajín), pero resulta que no, que la nueva solidaridad consiste en que el Estado me deduce lo que le apetece deflactándome la tarifa de su puta madre y dejándome la base liquidable como las pantorrillas de una vieja, hasta que cuadre el desastre numérico que tenemos en la mesa. La verdad, prefería la nueva economía de la Escuela de Chicago, con todas sus fallas, antes que esta nueva solidaridad del marketing directo.

Y toda esta ensalada de experimentos mientras los verdaderos economistas, esos que se han quemado los ojos tras décadas de estudio, esos que viven entre libros y conferencias, o que se han resignado simplemente a dar clase y a escribir en alguna tribuna minoritaria, los mismos que miran con los ojos abiertos de un niño incrédulo sin dar crédito a lo que ven, esos, digo, se abren las venas con la tapa de una lata de berberechos al comprobar el desaguisado nacional. Es la naturaleza inhumana, qué le vamos a hacer.

Por suerte, mientras la insumergible nao se va a tomar por culo al compás de unos violines muy sentidos, siempre nos quedará Messi y el debate de si es mejor que Maradona o peor que Pelé. Bread and circus.