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miércoles, marzo 30, 2011

EL GILIPOLLAS DEL MES. MARZO: RAMÓN LUIS VALCÁRCEL.

No, no me estoy volviendo progre, lo juro. Sé que últimamente les estoy dando cera a los del PP como para cien comuniones, pero es que hay afirmaciones que lo merecen. Trato de criticar actuaciones, comentarios, actitudes y aptitudes (o más bien inaptitudes), no personas. La putada es que normalmente las actuaciones, los comentarios, las actitudes y también las aptitudes recaen en personas, vaya por Dios. Y en este marzo, tras una cuidadosa y difícil selección, Ramón Luis Valcárcel (RLV), a la sazón presidente de la Región de Murcia, se ha llevado el trofeo. A pesar de su buena gestión en otras áreas, que la ha habido. Por cierto, la lista de candidatos a gilipollas del mes se está volviendo realmente interminable, difícil de gestionar. Creo que tendré que contratar a varios asesores y/o asesoras para que implementen acciones dirigidas a la racionalidad, a la eficacia y -en fin- a la excelencia en el proceso de selección. Como de costumbre, me disperso. Voy de digresión en digresión, como Luis Martín Santos. 

Al tema: que, agobiado por la deuda y por la crisis y porque al parecer las inversiones también generan gasto corriente de carácter permanente y creciente (cuántos entes), ha dicho RLV que la única solución al agujero sanitario es el copago. Y que basta ya de sanidad y educación gratuitas, que hay que empezar a pensar en contribuir a los servicios que nos da el poder público. Y yo me he dicho nada más oirle: "Hosssstipu, y ¿adónde coño van entonces mis impuestos? ¿Adónde va el 45% de impuestos que anualmente me extrae apor vía intravenosa el poder público mientras siembra de dudas mi presente -recortándome el sueldo a cambio de hacer el mismo trabajo- y mi futuro -cuestionando que algún día vaya a percibir pensión alguna mientras me obliga a trabajar más años, y a cotizar más-? ¿Adónde va todo el pastizal de los que pagamos impuestos?

El señor Valcárcel debería no ser tan gilipollas y no tomar -a su vez- a los ciudadanos por gilipollas. Porque los servicios públicos como la sanidad o la educación, a pesar de lo que nos repiten una y otra vez iletrados de verbo fácil como el que nos ocupa, NO son gratis. Los financiamos todos. Quiero decir, todos los que apoquinamos religiosamente a la caja común. Y dado que eso es así, para hablar con propiedad, el señor Valcárcel debería hablar de cocopago, puesto que ya, a día de hoy, copagamos la sanidad. Un doble pago, sería un cocopago. Y un político que no sabe ni de lo que habla, que le da munición al enemigo y que encima se desdice cuando le riñen, es un gilipollas. 

A ver si va a ser el de Murcia como el caso de La Rioja, una de las CC.AA. más pequeñas de España, que -pa chulos ellos- invirtió cientos de millones de euros en un macrohospital digno de la ciudad de Nueva York, en la actualidad más utilizado por ciudadanos (y ciudadanas) del vecino País Vasco que por la limitada población riojana. No se enteran. Que no se trata de gastar, que para gastar vale cualquiera. Que lo que hay que hacer es planificar con cabeza y administrar. Por aquello de que los recursos son limitados y siempre tienen su coste.

El señor Valcárcel, que dice que no le llegan los dineros para financiar la sanidad murciana, debería preguntarse -en vez de recurrir al fácil mecanismo de crujir un poco más al contribuyente- por qué en su día negoció con el Ministerio de Sanidad unas transferencias sanitarias claramente insostenibles. Y si ahora, años después, se da cuenta de que se negoció mal, que se baje el sueldo a si mismo y a sus cargos de confianza, que todos ellos dejen su coche oficial y que vayan andando como hacemos los demás mortales. Andando hacia su casa, quiero decir

jueves, marzo 17, 2011

THE STAND-BY PRESIDENT

En EE.UU. hay ya amplios sectores que llaman a Obama "the stand-by president". El presidente sedente. No apagado, en off, pero casi. La ola de optimismo que invadió al mundo con la elección del nuevo Mesías, el que iba a colocar en su sitio al enfant terrible del clan Bush, hace ya tiempo que se disipó. Con el Nobel de la Paz que se le concedió por sus buenas intenciones, se saturó y dejó de llevar la voz cantante en política internacional. Es el primer Presidente de EE.UU. que pierde peso específico exterior a tal velocidad, más incluso que Jimmy Carter. 

Vivimos tiempos en los que la comunidad internacional no tiene líderes. Voy más allá: la política no tiene líderes. Los países europeos tienen líderes del surrealismo como Zapatero, Sarkozy o Berlusconi... Bélgica, el país que da sede a la Unión Europea, lleva casi un año sin gobierno. Quizá así les va mejor, quién sabe. Obama no tiene voz, ocupado y sobrepasado como está en sus graves problemas internos. La Unión Europea es un corro de porteras que tira cada una para un lado de la fregona, hasta el punto de llegar a volcar el cubo. Incluso Angela Merkel, que parecía apuntar maneras, acaba de mostrar su verdadera cara, reculando en su reciente decisión de prorrogar la vida de las centrales nucleares alemanas. No porque esté preocupada por la seguridad, no. La seguridad le da igual, porque sabe que las nucleares se someten a estrictos y permanentes controles. Lo que le preocupa de verdad son las inminentes elecciones, en un país como Alemania en el que los verdes sí tienen  peso de verdad. Francia ha sido especialmente crítica con la situación nuclear de Japón y con las autoridades japonesas. ¡Francia, que tiene más de cincuenta centrales nucleares en su territorio...!

Lo dijo Churchill, a un buen político le deben preocupar las siguientes generaciones, no las siguientes elecciones. Ese abuelete del puro sabía de lo que hablaba.

Japón ha tenido mala suerte. Le han llegado todos los males cuando la comunidad internacional está enormemente ocupada contemplándose el ombligo. Mientras Fukushima hierve y el mundo contiene la respiración con el culo más apretado que nunca, las peticiones japonesas de ayuda han ido cayendo en saco roto y los grandes Estados, los que deberían erigirse en líderes de la comunidad internacional, han demostrado con creces su pusilanimidad, su ineficacia, y encima se han permitido el enorme error de extender el pánico al hablar abiertamente de "apocalipsis nuclear". Instalan libros de condolencias, siguen la situación con atención -como el que sigue un partido de fútbol-, abren un debate extemporáneo sobre la conveniencia de la energía nuclear, y autorizan manifestaciones  de ecooportunistas frente a las embajadas japoneses, en protesta contra la energía nuclear...
La comunidad internacional, incapaz de mirar a dos sitios a la vez, se encuentra paralizada ante la magnitud de la catástrofe japonesa y encabezada por una esclerótica ONU incapaz de emitir una  mínima Resolución acerca del "asunto" libio, marea la perdiz mientras Gadaffi asesina sin control, bombardea a la población civil y amenaza con tomar Bengasi pasando por las armas a los rebeldes "casa por casa", con la pasmosa pasividad de EE.UU. y de la U.E.

Menos mal que los japoneses son un pueblo paciente, resignado y estoico. Sin esas tres virtudes no creo que pudieran soportar el olvido al que el resto del mundo les está sometiendo. Eso si, con la boca llena de la palabra "solidaridad".

jueves, marzo 10, 2011

EL ESTADO DEL MALESTAR

Publicado por Ediciones Península, acaba de ver la luz "El Estado del malestar", de Raúl Eguizábal. Un acertadísimo título en los tiempos en los que vivimos, en los que el Estado, una vez perdidos sus reparos, ha decidido fagocitar al ciudadano, y a pesar de ello, decirle que es por su bien. El antiguo Welfare State, el Estado protector de Jürgen Habermas, se ha tornado en un Estado ineficaz, despilfarrador, caprichoso y siniestro, parejo con la calidad intelectual de sus políticos, cuyos recursos más pacíficos son el decreto-ley y la multa. Se trata de un Estado al que el bienestar de sus ciudadanos se la trae al fresco, y ya sólo se preocupa por el bienestar de su casta política, allegados y demás familia. Un Estado que abusa de sus ex-ciudadanos, ahora súbditos sin conciencia de ello.


Lo gracioso de todo esto es que estando -como estamos- abrasados a impuestos, adocenados por una televisión hábilmente dirigida, crujidos a multas, y cada vez menos libres,  el Estado contemporáneo es incoherente, pero mantiene la ilusión de la libertad en el pueblo llano con un paternalismo vomitivo: con una incoherencia deliberadamente estudiada, permite y canaliza botellones en los que los más jóvenes pueden llegar al coma etílico con la debida asistencia sanitaria, pero prohíbe fumar en los bares. Permite que una menor tome sola la decisión de abortar, pero prohíbe la bollería industrial en los colegios. El Estado nos habla como si fuéramos idiotas, diciéndonos que la "factura petrolífera" nos cuesta tanto al año (cuando esa factura es pagada a diario por los ciudadanos, no por el Estado), y simultáneamente se niega a construir nuevas centrales nucleares -como ya están haciendo Francia, Italia, o incluso Finlandia, tradicionalmente antinuclear- que reduzcan nuestra dependencia energética. Aquí subvencionamos ruedas. 


El Estado se preocupa por nuestra salud y apela al ahorro energético -de los ciudadanos, claro-, mientras despilfarra energía y libera contaminantes sin control. Reprime con dureza los excesos de velocidad mientras los coches oficiales circulan sin limitaciones y nos facturan sus multas vía Presupuestos Generales del Estado. Es la era de la prohibición incoherente. Y todo, todo por nuestro bien.


Y lo triste es que el Estado, tal y como lo sufrimos en la actualidad, es impune. Haga lo que haga, nadie le juzga, nadie le pide cuentas. Quedan demasiado lejanas las citas electorales, y el control ciudadano se diluye bajo la manipulación ejercida por el poder. Después de ver el caos de la reforma en el sector financiero, tras conocer el "Plan" energético del gobierno (plan renove de neumáticos, 110 km/h, etc...) y después de oir a nuestro enajenado presidente pedirle a Rajoy que hable con Dios para que le de la receta del Plan energético (sic), hoy la Agencia Moody's ha rebajado de nuevo el rating de España. 
Reacción oficial: malestar en el Ministerio de Economía porque la Agencia Moody's no ha respetado el plazo de tres meses desde la última bajada que la ministra Salgado había pactado con ellos para que dejaran tranquilo nuestro rating. 


Conclusión: la economía, nuestra economía, les toca los cojones. Lo único que quieren es llegar vivos a las elecciones, seguir copando puestos jugosamente remunerados, no perder su status, y seguir manejando los hilos del poder.