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viernes, noviembre 26, 2010

REVENTAR LA CAJA

Que la legalidad les preocupa poco, ya lo sabíamos. Que para conseguir sus objetivos son capaces de utilizar el poder y el voto de millones de personas para construirse una legalidad a su medida, también. Pero que pasen por encima de las decisiones judiciales ya es otro cantar. Hablo de la nueva secta de mafiosos de nuestro tiempo: la SGAE. De nada vale lo que diga el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, situado en Luxemburgo. La entidad que gestiona en España los derechos de autor ha decidido ignorar la sentencia dictada el pasado 21 de octubre por los jueces de la UE y seguir cobrando el canon digital. Poco importa la resolución, que deja muy claro que se trata de una tasa abusiva e indiscriminada, que no se ajusta, además, a la directiva europea. 
Los representantes de los autores están dispuestos a seguir recaudando a toda costa. "La legislación española nos ampara y mientras que no se cambie, nuestra obligación es seguir cobrando el canon", asegura Rafael Sánchez, portavoz de las entidades y director de Egeda, la firma que defiende a los productores de cine. Un ignorante jurídico y un mafioso de primera categoría al que alguien debería explicarle que las sentencias afectan a todos (es lo que tiene el principio de igualdad) y VINCULAN a todos, independientemente de lo que digan las legislaciones nacionales. De hecho, lo que dijo el Tribunal al decir que el canon "es una tasa abusiva e indiscriminada, que no se ajusta, además, a la directiva europea", es -ni más ni menos- que la legislación de la Señora Sinde (SS, por abreviar) establece "una tasa abusiva e indiscriminada, que no se ajusta, además, a la directiva europea". Es decir, deja como un trapo al legislador español, y ordena que esa legislación no se aplique. Pero a los mafiosos del artisteo les da igual. Ellos tienen patente de corso.
Los autores (quiero decir, los que cobran; porque miles de ellos no han visto un duro) se han escudado desde el primer momento es que Luxemburgo ha avalado el pago de la compensación equitativa por copia privada: es decir, que deben ser recompensados de alguna manera por las copias, siempre y cuando no se incurra en piratería. Pero olvidan, sin embargo, el punto clave de la sentencia: la ilegalidad del canon español, que es preventivo (te sableo al comprar un CD "por si pirateas algo") y que no se ajusta a la directiva comunitaria; y sobre todo, el hecho de que ni las empresas, ni las instituciones, ni los despachos profesionales, ni las Administraciones Públicas tengan la obligación de pagar. 
La sentencia del TJCE ha provocado, de hecho, que cientos de Ayuntamientos, parlamentos autonómicos e incluso algunos gobiernos regionales, como la Generalitat de Cataluña, hayan anunciado ya la presentación de una demanda contra la SGAE para la recuperación del canon.
Josep Jover, el abogado de Barcelona que logró que el caso llegara hasta Luxemburgo, está convencido de que "desde que se dictó la sentencia, nadie está obligado a pagar, porque la justicia europea nos avala" e insta además a todo aquel que lo considere oportuno a que se una en una acción popular contra la entidad que preside Teddy Bautista para exigir la devolución de, al menos, 1.000 millones de euros. Y es que la SGAE y sus socios llevan cobrando el canon, primero analógico y luego digital, desde el año 1987. Yo añadiría además la posibilidad de querellarnos contra todos ellos (con SS a la cabeza) en el primer juzgado de lo penal que encontremos, por un delito de estafa y otro de prevaricación.
A la espera de que se inicien los procesos judiciales, la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde (la señora SS), aseguró ayer en el Congreso de los Diputados que "sería deseable que en un plazo de seis meses se adecuara la actual normativa española del canon digital a la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE)". De hecho, las televisiones comerciales, además de reivindicar la modificación de la Ley de Propiedad Intelectual, solicitan la institucionalización de un árbitro que resuelva los conflictos que puedan surgir durante las negociaciones. Quizá así se eviten casos tan vergonzosos (o tan de juzgado de guardia) como el de AIE, condenada por el Juzgado de lo Mercantil nº 8 de Barcelona por haber estado cobrando derechos de artistas musicales de EE.UU. sin estar legitimada para ello. Vamos, como si yo me invento una entidad de gestión y me pongo a recaudar supuestos derechos de cantantes de Madagascar y aledaños... Y es que, pasados unos años, esos ingresos formarían parte del patrimonio de la propia entidad si nadie los reclama. AIE tenía entre 20 y 25 millones de euros pendientes de repartir entre sus titulares. La SGAE, otro tanto de lo mismo: todos los años quedan sin repartir más de 30 millones de euros, que destina a "sus gastos": comprar un inmueble fastuoso para su sede (el Palacio del Infante D. Luis de Borbón, en Boadilla del Monte), blindar la pensión de su presidente, o forrarle el bolsillo a sus directivos a base de dietas y viajes en primera clase. González Sinde (SS) se inclina, sin embargo -en el marco de su docta sapiencia jurídica, sólo comparable a la de Leire Pajín-, por la postura de los autores, asegurando que la sentencia "no anula las normas nacionales, que se deberán seguir aplicando, por el momento". Ahí, con dos cojones, defendiendo la legalidad internacional, en lo que es toda una lección de Derecho. Según la ministra de la cosa, "en realidad consolida el derecho de los ciudadanos a hacer copias de originales legalmente adquiridos para uso privado y el sistema de compensación equitativa vigente en España" (sic). Y se queda más ancha que larga.

En cualquier caso, y al margen de que se reforme o no la ley, las entidades de gestión siguen acumulando problemas, expedientes y sentencias en contra. Muchos Ayuntamientos han exigido las actas inspectoras para pagar los derechos por conciertos o por obras de teatro (actas que no existen, pues la SGAE ya ni siquiera manda inspectores a las actuaciones, se limita a copiarlas de las páginas web municipales y a pasar la factura). En pasadas fechas, la Comisión Nacional de la Competencia (CNC), que las ha multado ya en el pasado por abuso de posición dominante, anunció la apertura de un procedimiento sancionador contra la Asociación de Gestión de Derechos Intelectuales (AGEDI) y contra Artistas, Intérpretes y Ejecutantes, Sociedad de Gestión de España (AIE). La razón: el establecimiento de tarifas abusivas a las televisiones, a raíz de una denuncia interpuesta por Antena 3 TV. Y es que después de dos años tratando de alcanzar un acuerdo sobre el  pago que la cadena debía hacer a las dos entidades, éstas decidieron romper unilateralmente las negociaciones al no aceptar la otra parte sus leoninas condiciones. Tras este percance, Antena 3 TV decidió presentar la correspondiente denuncia en la CNC el pasado mes de septiembre, habiendo sido admitida a trámite por el organismo de control hace pocas fechas. No obstante, las entidades de gestión se encuentran en la agenda de UTECA como una de las grandes reivindicaciones de las televisiones comerciales, junto al 5% de su facturación que anualmente tienen que dedicar a la producción de cine o la emisión de publicidad que hacen las televisiones públicas autonómicas. En concreto, las televisiones tienen que abonar a seis entidades de gestión (SGAE, AISGE, AGEDI, DAMA, VEGAP y AIE) alrededor de un 6% de sus ingresos brutos anuales. Dicho de otro modo, un 6% calculado sobre unos ingresos millonarios, que permitirán a Teddy Bautista, presidente de la SGAE, jubilarse con una pensión de 24.800 euros al mes, mientras muchos pensionistas españoles viven bajo el umbral de la pobreza, acudiendo a Cáritas, o en los casos peores, rebuscando en los contenedores de basura de los supermercados para poder sobrevivir. Un porcentaje que llevan años peleando, ya que estas entidades, en muchos casos, exigen un porcentaje sobre ingresos y no sobre los contenidos protegidos que representan y que salen en antena. Es decir, meten la pala en el cubo de todo lo que ingresa la cadena, y de ahí el 6% (sea contenido sometido a derechos, o no). El chocolate del loro, en definitiva. En palabras de los directivos y de los asesores jurídicos de Antena 3 TV, "las televisiones también somos autores. Somos conscientes de la necesidad de proteger la propiedad intelectual, pero nos resistimos a que no exista control alguno sobre las tarifas que imponen la mayoría de las entidades de gestión".
El caso es reventar la caja y trincar todo lo que se pueda antes de que la economía española salte por los aires y sea intervenida por la U.E. Algo para lo que ya no queda demasiado.

sábado, noviembre 20, 2010

UNA CUESTIÓN DE COJONES

Vivo en una ciudad dedicada casi por entero a la enseñanza del castellano. A Salamanca vienen estudiantes norteamericanos, japoneses, europeos, chinos, hispanoamericanos... De todo el mundo. Vienen "a aprender español" o a estudiar literatura española, y de paso, a conocer y vivir en una preciosa ciudad, la ciudad con más bares per capita de toda España, que siempre es un dato a tener en cuenta. Aquí se les conoce como "los guiris". Y los guiris siempre están quejándose -borrachos o serenos, es igual- por sus dificultades con nuestras acepciones. Ni viviendo aquí veinte años acabarían de entender nuestro idioma al 100 por 100. Eso y el frío que hace aquí en invierno, les puede. O mejor, les pueden las diferencias de temperatura: porque Salamanca es una ciudad que pasa de los 40º o más del verano a los 15º bajo cero que en algunas ocasiones hemos tenido en invierno. Por eso hay tantos bares: para refrescarse o para calentarse, según la estación. Pero volveré al tema, que me disperso. El tema era la complejidad lingüística de muchas de nuestras expresiones. A eso únanle las nuevas reglas gramaticales que acaban de sacarse de la manga los señores académicos de la lengua para acabar de volvernos locos a todos... En efecto, muchos guiris han decidido claudicar y entregarse definitivamente al alcohol y a la perdición, y se les puede ver deambulando con su derrota idiomática, pero muy felices, por bares como el Erasmus, el Holy Cross, el Irish Rover, el Corrillo o el Camelot. 

Una muestra de la riqueza y complejidad de nuestra lengua castellana es el ingente número de acepciones de una simple palabra, como puede ser la muy conocida y frecuentemente utilizada referencia a los atributos masculinos: cojones. A alguien un día le dio por analizar tal palabra y sus múltiples significados (desconozco quién fue, pero ¡ole sus cojones!), así que para que no se pierda tal cúmulo de sabiduría lingüística barnizado con un fino humor estilo british, he decidido transcribir el texto para que si por fin la tormenta perfecta (pero la de verdad) nos lleva, quede algo para las generaciones venideras (si es que las hay). 

La palabra en cuestión es polisémica de cojones. O más que polisémica, diríase que es una palabra con mil acepciones según el modo de utilizarse o el contexto. Si va acompañada de un numeral, tiene significados distintos según el número utilizado: así, uno significa caro o costoso ("valía un cojón"). Dos significa valentía ("tenía dos cojones"). Tres implica desprecio ("me importa tres cojones"). Un número muy grande, si es par, significa dificultad ("lograrlo me costó mil pares de cojones").

El verbo cambia el significado; "tener" indica valentía ("aquélla persona tiene cojones"), aunque con signos exclamativos puede significar sorpresa ("¡tiene cojones!"). "Poner" expresa un reto, especialmente si se ponen en alguna superficie ("puso sus cojones encima de la mesa"). También se los utiliza para apostar ("me corto los cojones por...") o para amenazar ("te corto los cojones").

El tiempo del verbo utilizado cambia el significado de la frase; así, el presente expresa molestia o hastío ("me toca los cojones"). El reflexivo significa vagancia ("se estaba tocando los cojones"). Pero el imperativo significa sorpresa ("tócate los cojones"). Por otra parte -por si no era ya bastante complicado-, los prefijos y sufijos modulan su significado: "a" significa miedo ("estoy acojonado"); "des" implica cansancio o risa ("estaba descojonado"); "udo" implica perfección o simpatía ("es un coche cojonudo" o "el tío ese es cojonudo"); y "azo" se refiere a abulia o indolencia ("¿Pablo? ¡menudo cojonazos está hecho!"). 

Las preposiciones matizan o modulan la expresión. Así, "de" conlleva éxito ("me salió de cojones") o cantidad ("hacía un frío de cojones"); "por" expresa empeño o voluntariedad ("lo haré por cojones"); "hasta" expresa límite de aguante o rebosamiento de la paciencia ("estoy hasta los cojones"); "con" indica valor, valentía ("era un hombre con cojones") y "sin" se refiere a cobardía ("era un hombre sin cojones"). "Con" y "sin" también pueden reforzarse con un numeral ("era un hombre con/sin dos cojones"). Incluso puede denotar extrañeza o un sentimiento de descorazonada perplejidad ("tiene cojones la cosa")...

El frío, la forma, el tamaño o la simple tersura de los cojones también conllevan significados distintos: el color violeta expresa frío ("se me quedaron los cojones morados"). La forma implica cansancio o cabezonería ("tenía los cojones cuadrados"). Pero el desgaste implica experiencia ("tenía los cojones pelados de tanto repetir lo mismo en clase"). Es importante el tamaño y la posición ("tiene dos cojones grandes y bien plantados"); sin embargo, hay un tamaño máximo ("tiene los cojones como el caballo de Espartero"), y este tamaño máximo no puede ni debe superarse, porque entonces indicaría torpeza, indolencia o vagancia ("se pisa los cojones", "le cuelgan los cojones", "arrastra los cojones", "se sienta sobre sus cojones", o incluso "necesita una carretilla para llevarlos"). 

La interjección "cojones" significa sorpresa ("¡cojones!") y acentuándola artificialmente en el lenguaje verbal como esdrújula, más sorpresa aún ("¡coooojones!"). Y cuando uno se halla perplejo, los solicita ("manda cojones"). En ese ignoto lugar -y no en el cerebro- reside la voluntad y de allí salen las órdenes ("lo haré así porque me sale de los cojones" o "no voy porque no me sale de los cojones"). Puede también utilizarse para hacer ver al interlocutor que se desconoce algo ("no se de qué cojones hablas").

En resumen, creo que es prácticamente imposible encontrar una palabra en castellano o en cualquier otro idioma con tamaño número de acepciones. Y espero que la utilicéis cada día más, pues es una manera cojonuda de enriquecer nuestro vocabulario. Lo de la sintaxis y la ortografía, por desgracia, es tema aparte. Algún día prepararé algo para esa parte de la sociedad mayoritariamente surgida del desastre de la LOGSE (de la que mis lectores están fuera, por suerte), esa alegre masa juvenil que se prodiga en Facebook, en Twitter, en Tuenti, en los foros, y que cree que el móvil es una tabla de sabiduría que nos conecta con el mundo vía sms. Esa parte de la sociedad que pone faltas de ortografía hasta cuando habla...

lunes, noviembre 15, 2010

LA TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS


En 1969 Philip Zimbardo, Profesor emérito de la Universidad de Stanford (EE.UU.), realizó un experimento de psicología social: dejó dos coches abandonados en la calle. Eran los dos idénticos: la misma marca, modelo y hasta igual color. Uno lo dejó en el Bronx, por aquél entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos automóviles idénticos abandonados en dos barrios con poblaciones muy diferentes, uno en la Costa Este y otro en la Costa Oeste, y con un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada uno de estos sitios.
Resultó que el coche abandonado en el Bronx comenzó a ser “canibalizado”. En pocas horas perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron. En cambio el abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto…
Es muy común atribuir a la pobreza las causas del delito. Es esta atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras (las de derecha y las de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí. Cuando el coche abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto ya llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un cristal del automóvil de Palo Alto… El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado en que quedó el del barrio pobre. 

¿Por qué el cristal roto en el coche abandonado en un vecindario supuestamente seguro era capaz de generar todo un proceso delictivo? Aquí no se trataba de pobreza. Evidentemente, era algo que tenía que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales.


Un cristal roto en un coche abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufría el coche sin que alguien se preocupara del mismo, reafirmaba y multiplicaba esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se volvía incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores, los profesores James Q. Wilson y George Kelling desarrollaron la “Teoría de las Ventanas Rotas”, la misma que desde un punto de vista criminológico, concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores. Si se rompe el cristal de una ventana en un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás cristales del edificio. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto no parece importarle a nadie, entonces allí se generará el delito.
Si se cometen “pequeñas faltas” (estacionar en un lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse un semáforo en rojo) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán a cometerse faltas mayores y luego, delitos cada vez más graves. Si se permiten actitudes violentas como algo normal en el desarrollo de los niños, el patrón de desarrollo será de cada vez mayor violencia y cuando estos niños sean adultos, actuarán de manera delictiva, ya que de niños “aprendieron” que esa actitud era “normal” y/o “correcta”. Actuarán de manera delictiva, pero teniendo la certeza de que esos actos NO SON ILEGALES.


Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que, muchas veces, deja de salir de sus casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente son progresivamente ocupados por los delincuentes.
La Teoría de las Ventanas Rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década de los ´80 en el Metro de Nueva York, que se había convertido en el punto sin duda más peligroso de toda la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones: "graffitis" que deterioraban el lugar, suciedad en las estaciones, ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño se logró hacer del Metro un lugar seguro… Al final se concluyó que si se combate un delito pequeño se evita el desarrollo de un delito mayor… Lo mismo ha ocurrido en otros lugares del mundo. Así, en el metro de Londres es prácticamente imposible ver un asiento roto o incluso un papel en el suelo.
Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la Teoría de las Ventanas Rotas y en la experiencia del Metro, impulsó una política de “’tolerancia cero”. Es decir, combatir a fondo aún los delitos considerados menores…
La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. El resultado práctico fue un enorme abatimiento de TODOS los índices criminales de la ciudad de Nueva York.
La expresión “tolerancia cero” suena a una especie de solución autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien el de la prevención y promoción de condiciones sociales de seguridad. No se trata de linchar al delincuente, ni de incentivar la prepotencia de la policía, de hecho, respecto de los abusos de autoridad debe también aplicarse la “tolerancia cero”. De lo que se trata NO es de aplicar “tolerancia cero” frente a la persona que comete el delito, sino de aplicar “tolerancia cero” frente al delito mismo. Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de respetar (y hacer respetar) los códigos básicos de la convivencia social humana.
Frente a la cantidad de mentiras y mediocres explicaciones dadas por algunos de nuestros gobernantes, pedagogos e "intelectuales", que se refieren a la tolerancia como a una especie de "barra libre" tras la cual cada cual puede hacer lo que le plazca, es bueno volver a releer esta Teoría -que se ha revelado eficaz en la práctica-, y retomar el discurso de la tolerancia cero precisamente contra aquellos que utilizan la libertad y la tolerancia como excusas para amargarle la vida a los demás. 

jueves, noviembre 11, 2010

EL GILIPOLLAS DEL MES. NOVIEMBRE: MARCELINO IGLESIAS, SECRETARIO DE ORGANIZACIÓN DEL PSOE

Mira que lo tenía fácil. Cualquier deficiente intelectual habría superado la estulticia de Leire Pajín, ahora ministra de Sanidad. Pero Marcelino Iglesias se empeña en hacer buena a su antecesora, que ya es...





Lleva en el cargo apenas un mes y sus meteduras de pata ya son sonadas. El ex-presidente del Gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero, ha nombrado número 3 del PSOE a un personaje críptico que no distingue entre el Gobierno y el partido. El otro día sin ir más lejos señaló en rueda de prensa que "todos los que estamos en este Gobierno trabajaremos intensamente..." Pero es que unos días después, en la reunión de "barones" del PSOE para implantar el último invento (la Agenda Social), salió diciendo cuáles iban a ser las políticas activas de empleo que se van a aplicar desde ahora. Políticas que (este hombre debe desconocerlo) no están en manos del Gobierno, sino de las CC.AA. (de todas, no sólo de las gobernadas por el PSOE). El caso es que Iglesias habla por boca del Gobierno, como si fuera el portavoz suplente de Rubalcaba, y se queda tan ancho. Definitivamente no se ha enterado de que él no es miembro del Gobierno.

Me he referido a Zapatero como "ex-presidente del Gobierno", y no, no, no me he equivocado. Zapatero dimitió de facto cuando nombró Vicepresidente primero, Ministro del Interior y portavoz de todo lo que se pueda vocear a Rubalcaba, la Y del GAL (ya conocemos la X). Ahora Zapatero queda para exhibir su ignorancia política y económica por el mundo, y para hacer el ridículo en las reuniones del G-20. Rubalcaba -el muñidor de la generación más ignorante de este país, la generación ESO- habla con soltura de asuntos de interior, pontifica sobre economía, habla de Marruecos, diserta sobre ETA "y su entorno", preside el Consejo de Ministros y coordina (con gran eficacia, por cierto) a todos los ministros: no hay más que ver a Jáuregui (que no es Ministro de Exteriores) hablando sobre el "núcleo duro" de la soberanía de Marruecos en el Sahara -derribando en diez palabras décadas de diplomacia-, mientras la señorita Trini (Guerra dixit) le lleva un jamón a Evo Morales y se deja sobar por Correa...

Pero volvamos a Marcelino Iglesias: el secretario de organización del PSOE, ha manifestado su sorpresa por las reacciones que han provocado las declaraciones del ex-presidente Felipe González sobre la guerra sucia contra ETA en los años 80, porque según ha dicho "se ve como si hubiera pasado ayer y pasó hace más de 20 años". "Sería partidario de que las viéramos con una perspectiva ya histórica", ha afirmado el dirigente socialista durante una entrevista en RNE. En opinión de Iglesias, "cada vez que Felipe González dice algo nuestra derecha se excita muchísimo". Según ha añadido, "cada vez que habla, sus palabras excitan a mucha gente y complica a mucha gente". En efecto -añado yo-, debemos verlo con perspectiva histórica, igual que cuando analizamos a Felipe II. Perspectiva histórica y planetaria. A mí lo que me excita las meninges es la miseria intelectual...

Para Marcelino Iglesias, Felipe González "ha sido un gran presidente del Gobierno y ha sido un gran estadista", pero a pesar de ello, "queda mucha gente que le tiene metido el dedo en el ojo", ha asegurado. Es cierto -añado yo-, fue un gran estadista. Dejando un país con más de 3.000.000 de parados. Un país en el que un Director General de la Guardia Civil estuvo en busca y captura internacional durante meses. Un país en el que un Ministro y un Secretario de Estado fueron condenados (por sentencia firme) y cumplieron condena por terrorismo de Estado, previa despedida con un abrazo por su parte en la puerta de la prisión. Un gran estadista.

Un sujeto que tuvo un "conflicto moral" porque no sabía si debía volar por los aires una casa llena de terroristas, en vez de entrar para detenerlos a todos y ponerlos a disposición de la Audiencia Nacional, se retrata por sí mismo. El grado de ética del Sr. González es similar al grado de ética de una piedra, pues si es incapaz de discernir lo que "se puede" y lo que "no se puede" hacer, aviados estamos. Y si 20 años después aún no sabe si tomó la decisión correcta, pues qué quieren que les cuente... No puede tener un conflicto moral alguien que exhibe una amoralidad tan aplastante.


El Sr. Marcelino Iglesias haría bien en callarse la boca, pues hacerle la ola a un ex-presidente que dirigió una red que practicaba el terrorismo de Estado como lo hizo Felipe González no creo que beneficie las expectativas electorales de su partido. Por ello, por los innumerables méritos reunidos en menos de un mes, y a pesar de que la elección ha sido larga, dura y difícil (dado el ingente número de gilipollas que pueblan este país nuestro), el galardón de este mes de noviembre es para el Sr. Marcelino Iglesias.


viernes, noviembre 05, 2010

EL GILIPOLLAS DEL MES. OCTUBRE: FRANCISCO CAAMAÑO, MINISTRO DE JUSTICIA DE LAS ESPAÑAS

Tengo el honor de inaugurar en mi blog una nueva sección titulada "EL GILIPOLLAS DEL MES". En un país en el que la gilipollez se abre camino sobre todas las artes y oficios de un modo tan eficaz, esta mención viene a reconocer los méritos de los más gilipollas de nuestros congéneres (y congéneras). 

Ya tenía el gilipollas de Noviembre, por eso al Sr. Ministro de Justicia lo antepongo a octubre, aunque sus declaraciones han sido de noviembre (qué lío). Podréis ver al Gilipollas de Noviembre en una próxima Nota. Escribo esto en un ciber tomando una cerveza (Mahou) consciente de que en cualquier momento me puede caer una querella. La libertad de expresión no es uno de los fuertes de esta secta de negligentes que nos gobierna, lo sé. Por eso, negaré toda responsabilidad en relación con esta sección. Y si las cosas se ponen feas y me pillan la IP, tendré que recurrir a aquello de "señor, en su caso llamarle gilipollas no es un insulto, es una calificación".

EL GILIPOLLAS DEL MES. OCTUBRE, FRANCISCO CAAMAÑO. MINISTRO DE JUSTICIA DE LAS ESPAÑAS.

"El ministro de Justicia, Francisco Caamaño, ha asegurado hoy que defender la preferencia del apellido paterno sobre el de la mujer es "difícilmente compatible con el mandato de igualdad que establece la Constitución Española".
Caamaño se ha expresado así ante los periodistas antes de inaugurar en Valencia las jornadas "Justicia y servicio público", en referencia a las palabras de la presidenta del PP de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, quien, acompañada esta mañana por el presidente del PP, Mariano Rajoy, ha asegurado que el de la elección de apellidos es "un debate innecesario".
En este sentido, el ministro ha respondido que la nueva regulación prevista en el proyecto de la ley de Registro Civil, que permitirá a los padres decidir el orden de los apellidos de sus hijos, pretende "hacer realidad lo que dispone el artículo 14 de la Constitución, la plena igualdad entre hombres y mujeres".
Caamaño ha explicado que los progenitores podrán elegir el orden de mutuo acuerdo "y sólo si hubiese algún tipo de conflicto", la ley establece un sistema neutral, el del orden alfabético "que no afecta al principio de igualdad".
Por ello, los padres que no lleguen a un acuerdo "sabrán con seguridad jurídica lo que hay" y conocerán "las consecuencias", que consisten en que el apellido de sus hijos se ordenará por orden alfabético.
Preguntado sobre la posibilidad de que los padres, al desconocer el nuevo reglamento, escojan por inercia el apellido del padre, Caamaño ha afirmado que "la mejor forma de combatir la inercia y las herencias culturales es que los ciudadanos conozcan perfectamente cuáles son sus derechos".

Este sujeto, que desconoce la diferencia entre derechos y obligaciones -una diferencia que cualquier estudiante de primero de Derecho domina-, es claro merecedor de nuestro galardón de octubre. Creo firmemente que el argumento de que -ante la imposición de postergar los apellidos que estén en los últimos lugares del alfabeto- dentro de 150 años todos (y todas) nos apellidaremos Abad, es una falacia inspirada por sectores ultraderechistas.
La idea de Caamaño, que constituye una aportación fundamental en un momento en el que no hay que distraerse con nimiedades como el paro, la crisis, la deuda, la delincuencia o la quiebra de la Seguridad Social, podría ser secundada por otras medidas igualmente "igualitarias" y respetuosas con el ámbito de decisión individual de los ciudadanos: por ejemplo, que cuando los padres (y madres) no se pongan de acuerdo (o de acuerda) en el nombre de su criatura, decida el juez el nombre que se le pone, o que en su defecto se le ponga el nombre del propio Ministro.
Al fin y al cabo ¿para qué preocuparse de las carencias de la Justicia, de esa madre que lleva 20 años luchando por un hijo inválido y que ha perdido hasta su casa buscando justicia, de los errores judiciales, de los permisos de fin de semana a terroristas, etc... ? Es más igualitario preocuparse de cuestiones tan trascendentales como el orden de los apellidos.

Es más, haciendo extensiva la genial idea del Ministro, propongo -para lograr la igualdad total entre hombres y mujeres- que un juez decida qué sexo debemos tener todos (masculino o femenino) y que el sistema público sanitario actúe en consecuencia: si sale hombre, que a todas las mujeres les implanten un pene y una sola neurona. Si sale mujer, que nos implanten a los hombres dos pechos turgentes y nos (¡ay!) supriman por decreto y con cirugía aquello que más queremos después del mando de la tele. Sólo así se acabarán las desigualdades inaceptables que padecemos hoy. Y yo me pasaré las horas muertas tocándome las tetas con los ojos en blanco...


martes, noviembre 02, 2010

LOS BACON DEL SIGLO XXI

Francis Bacon nació el 22 de enero de 1561 en Londres. Sus padres, Nicholas Bacon -guardasellos de la reina Isabel I- y Ann Cooke -emparentada con el primer ministro de la corona Lord Burghley- lo criaron en el seno de una típica familia protestante británica. Bacon ingresó en 1573, junto con su hermano Anthony, en el Trinity College de la Universidad de Cambridge. Su contacto con la élite del mundo universitario le hizo abandonar el aristotelismo, al que poco después calificó como "un pensamiento estéril". En 1576 ingresó en el Gray´s Inn a fin de cursar la carrera de Derecho, pero en 1579 recibió un revés inesperado: la muerte de su padre y los problemas económicos subsiguientes le obligaron a regresar precipitadamente a Londres. A pesar de las dificultades, se graduó en leyes y en 1584 comenzó su carrera política, siendo designado miembro de la Cámara de los Comunes. Con 23 años, Francis Bacon era un joven abogado y parlamentario británico con una solvencia intelectual y filosófica fuera de toda duda.

Como estadista, su ilimitada capacidad intelectual le abrió el camino a los puestos más altos en la gobernación de Inglaterra. Pero si en conseguirlos desplegó esa capacidad, no intervino menos su afición por la intriga política, su deslealtad para con los amigos y su inmensa ambición. Precisamente ha sido su actuación en la vida pública inglesa la que, siglos después, ha perjudicado su reputación en sus otros aspectos de filósofo y escritor. A nadie mejor que a él se le puede aplicar la definición de "moralista que no sigue sus propios consejos". "El Príncipe", publicado en 1532 tras la muerte de Maquiavelo, fue quizá una de las fuentes en las que Bacon bebió para trazar el plan que le llevara conseguir sus objetivos. En efecto, más de la mitad de su vida pasó Bacon tratando de alcanzar lo que su desmedida ambición le dictaba. Sin embargo, su turbio proceder no le sirvió para alcanzar el tan ansiado favor de la reina. Cuando ésta murió, Bacon tenía 42 años. El sucesor, Jacobo I, le fue más propicio y con él consiguió los máximos cargos ambicionados. Pero no supo, una vez en la cima como Lord Canciller, ser leal a la confianza depositada en él. Se le acusó de haber cometido en su cargo veintitrés delitos de corrupción. Cierto es que Bacon, según iba ascendiendo, perdía las amistades y llegó a tener muchos más enemigos que amigos. 

Bacon se reconoció culpable y apenas pudo, con su defensa, aminorar la gravedad de las inculpaciones. Después de la condena y de la pérdida de todos sus cargos, se retiró a una posesión familiar y se dedicó al estudio y a sus tareas filosóficas y literarias. 

Bacon es un ejemplo de cómo el poder puede corromper a las personas, independientemente de su nivel intelectual y cultural. El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Esta máxima, extrapolable a nuestros días quizá con más claridad que nunca, debería hacernos reflexionar sobre cómo afecta la tentación del poder a pobres individuos sin oficio ni beneficio cuyo único refugio a su estulticia intelectual es un partido político. Sobre cómo el veneno de los privilegios y del coche oficial penetra en el torrente sanguíneo del que nunca nada ha tenido. Sólo si nos damos cuenta del riesgo que creamos nosotros mismos al votar a determinados sujetos cada cuatro años y entregarles el poder, caeremos en la cuenta de nuestra irresponsabilidad y de nuestra distancia de la política. Sólo dándonos cuenta de que precisamente el pasotismo político de la mayoría de la sociedad beneficia a los partidos y a los políticos que maman de sus estructuras jerarquizadas hasta el paroxismo, podremos poner un primer ladrillo para cambiar lo que funciona mal. 

Como filósofo, a Bacon se le suele considerar fundador de la filosofía moderna, en su tendencia empírica, y padre de la moderna investiga­ción científica; pero ambas cosas resultan exageradas. Bacon tuvo el mérito de considerar insuficiente el método escolástico y tratar de exponer un nuevo método de investigación mediante el conocimiento minucioso de la naturaleza, prescindiendo de todos los prejuicios que procedían de las ideas aceptadas sin comprobación o de opiniones de autoridades antiguas tenidas como dogmas. Pero él mismo no fue demasiado consecuente con sus propósitos, y en su filosofía hay todavía mucho de escolasticismo y de prejuicios aceptados sin examen. Aspiró a superar, en su Instauratio Magna, la autoridad (entonces casi absoluta) de Aristóteles, cuya influencia, sobre todo en las ciencias naturales, impedía investigar libremente. Con ese mismo fin escribió su Novum Organum, en el que exponía un nuevo método de razonamiento inductivo mediante la observación minuciosa que sustituyera al método deductivo basado en la abstracción y en la auctoritas antigua. Trató de que el conocimiento se basara en la experiencia sensible ayudada por el intelecto, pues la observación había de completarse con la reflexión metódica y con la experimentación. Negaba la existencia de las ideas innatas. Los prejuicios de los que debía huir el investigador eran clasificados por Bacon en cuatro grupos a los que llamaba idola (ídolos) y eran los prejuicios procedentes de la propia especie humana, de la personalidad individual, de las relaciones con las demás personas y de las autoridades antiguas y contemporáneas.

El inconveniente de la labor filosófica de Bacon, de indudable valor en su intención, es que su autor no profundizó suficientemente y nunca pasó de ser un aficionado en sus investigaciones, en las que ni siquiera aplicó los métodos que propugnaba. No sintió demasiada curiosidad por la ciencia de su tiempo y así, cometió el imperdonable pecado de ignorar o incluso desdeñar los trabajos decisivos de Copérnico, Kepler, Galileo y Vesalio. Gran parte de su fama descansa, sobre todo, en sus Ensayos. La denominación de Essays (ensayos) no tiene del todo la acepción que modernamente se da a ese género, sino la de reflexiones e intentos de sopesar y valorar los temas más variopintos, desde los proyectos ideales para la construcción de un palacio hasta los aspectos característicos del matrimonio y la soltería, pasando por asuntos tradicionales como la ira, la envidia, la política o el gobierno. Los Ensayos de Bacon están escritos en la prosa inglesa más condensada y sencilla que jamás se haya escrito, por eso su lectura requiere mucha atención. Aunque Bacon rechazaba el escolasticismo y la dogmática aceptación de autoridades antiguas, sus ensayos están cuajados de citas latinas; pero en sus tiempos eso no representaba ninguna dificultad para el lector culto, ya que el latín seguía siendo el idioma científico y filosófico y de cuantas obras pretendieran un mínimo nivel de seriedad en el mundo del saber.

En definitiva, Bacon fue un intelectual de solvencia reconocida que, a pesar de sus múltiples limitaciones, ha pasado a la Historia del pensamiento como uno de los grandes pensadores multidisciplinares del Renacimiento. Un intelectual que saltó al charco de la política, salió salpicado por la corrupción y la deshonra y se retiró a sus aposentos literarios y filosóficos con dignidad, después de reconocer sus culpas y pagar por ellas. 

¿A qué aposentos literarios, filosóficos o intelectuales se retirarán nuestros políticos actuales, esos que sin formación alguna rigen nuestros destinos, esos que hablan del dinero público como algo "que no es de nadie" (Calvo dixit), esos que -sin saber probablemente administrar una comunidad de vecinos- tienen en sus manos la gobernación de todo un país, incluso esos que teniendo una profesión definida han optado por vivir profesionalmente de la política sin preocuparles en absoluto el bien común? La respuesta es evidente, no tienen aposentos a los que retirarse, por eso tratan de aplicar una máxima que les acerca al pensamiento maquiavélico: crear problemas continuamente para brindarse como los adalides de la solución, a fin de perpetuarse en el poder. Lo dijo sibilinamente Luis XIV hace 300 años: "todo para el pueblo, pero sin el pueblo". Es la muerte del individuo y el triunfo de la maquinaria.

Las preguntas son varias: ¿hasta cuándo la sociedad va a tragar con este nuevo despotismo no ilustrado? ¿cuándo la sociedad caerá en la cuenta de que no es una masa informe de carne con ojos, sino que está formada por individuos? ¿cuándo esos individuos que integran la sociedad recuperarán su dignidad, apartarán el pie que les aplasta y exigirán a los políticos que gobiernen para ellos?