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viernes, febrero 25, 2011

EL SEGUNDO GILIPOLLAS DEL MES. FEBRERO: MARIANO RAJOY BREY.

Se veía de venir. Prescindiendo de la habilidad del aparato propagandístico del PSOE, que se ha encargado de sembrar de mierda la huerta valenciana con su eficacia habitual, la realidad es que Francisco Camps, el que se autocalifica como el presidente más respaldado de todas las democracias del mundo mundial (y si me apuran, de la galaxia), está en situación procesal de imputado. Está imputado. Está procesado. Y está pendiente de juicio. Podrá resultar inocente, nadie dice que no, pero de momento, hay indicios racionales de criminalidad, que es lo que la Ley exige para imputar a cualquier hijo de vecino. Y este menda lerenda, -incluso a pesar de haberse autoproclamado candidato antes de que lo hiciera la Ejecutiva Nacional del PP-, ha sido designado, con trompetas y fanfarrias, candidato del PP a la Presidencia de la Comunidad Valenciana. Con dos cojones. Y Camps, en su línea: encantado de haberse conocido.

Rajoy no ha tenido el valor de hacer lo que debía -como tantas otras veces-. Rajoy debía haber puesto a Camps en su casa y debía haber impulsado unas primarias en la Comunidad Valenciana. O designar otro candidato, un candidato limpio de autos de procesamiento. Pero es más fácil dejarse llevar por la corriente de despropósitos, no crearse enemigos dentro de un partido que, a partir de ahora, oficialmente respalda a sus cargos públicos imputados por cohecho igual que a sus cargos públicos sin sombra de sospecha alguna. Los militantes de base deben estar flipándolo, me temo. O quizá no, ya se sabe que el sistema de partidos tal y como está montado en España y el culto al líder suelen convertir a las mayorías, a las bases, en rebaños de imbéciles irreflexivos que votan "si" y seguidamente aplauden.

Rajoy debe estar muy mal asesorado. No se entiende que se haya abierto la camisa y haya sacado pecho frente al pelotón socialista. Porque si la lluvia de balas le ha caído hasta ahora a Camps, a partir de hoy le van a silbar a Rajoy alrededor de su cabeza. No se entiende la actitud de Rajoy, no se entiende que no enarbole la bandera de la limpieza, de la ética, de la honradez, y le siegue la cabeza a todos los Camps que campan a sus anchas por los distintos escalones municipales, provinciales y autonómicos, mangoneando y adjudicando sin siquiera guardar las formas, tirando de dinero público como nuevos ricos, y desconociendo los informes de los órganos de fiscalización.

El Sr. Rajoy esta vez es merecedor de un galardón excepcional: el segundo galardón dentro del mismo mes. Sr. Rajoy, es usted el segundo gilipollas del mes de febrero. Y si hubiera un galardón a la cobardía política, también se lo llevaría de calle.

martes, febrero 22, 2011

EL GILIPOLLAS DEL MES. FEBRERO: MUAMAR EL GADAFI.

Tenía en cartera a Trinidad Jiménez para el galardón de este mes de febrero -lo reconozco-  por su inutilidad intínseca, por su compulsivo toque de melena y por su demostrada incapacidad para sacar a los españoles de los países asolados por la revolución "de las redes sociales", arguyendo la patética excusa de que "en esos países los teléfonos móviles no funcionan". 
Pero tras oir hoy la soflama incendiaria del "líder" libio, televisada y de una hora de duración (Alá nos ampare y nos libre de sucesivos discursos), he decidido cambiar el pronóstico. El "líder" libio se dedica a bombardear civiles con fuego escupido por aviones de combate Mig 25 de fabricación soviética, a hablar de la tumba de su abuelo, a alzar los brazos como si acabara de marcar un gol, y a calificar a los manifestantes como "perros infieles borrachos y drogadictos". Y mientras eso sucede a menos de tres horas de avión, la hipócrita y decadente Europa, vergonzante y pasiva ante tamaño genocidio, "sigue con atención" los acontecimientos. Ahora a no hacer absolutamente nada se le llama "seguir los acontecimientos". Dan ganas de vomitar. Y el otro líder, el planetario Obama, premio Nobel de la Paz por sus intenciones -que no por sus hechos-, callado como un muerto.
Gadafi, el banquero de los terroristas de Lockerbie, es el gilipollas del mes, porque aparte de ser un asesino, es un demente que vive desde hace 42 años fuera de la realidad y ni siquiera es consciente de ello. Aunque no se si no serán más gilipollas que él (que ya es decir) los líderes occidentales. Decididamente, el mundo occidental está perdiendo el último tren de su supervivencia en política exterior. Podía haber apoyado de verdad el grito de libertad de egipcios, tunecinos, marroquíes, argelinos o libios, podía haberse dejado de palabrería y haber mandado observadores, asesores y consejeros, podía haber apoyado el incipiente movimiento por la democracia con ideas y con dinero, pero prefiere callar ante los estertores de los últimos dictadores del planeta, sin iniciativa alguna, cautivo quizá de su suministro diario de barriles de Brent, esclavo de su dosis como un drogadicto sin futuro.
Ahora los imanes saben que tienen vía libre. Vía libre para incendiar conciencias y para extender el virus religioso por países que hasta ahora se habían librado de él. Ahmadineyah sonríe bajo su traje gris. Tiembla, vieja Europa, tiembla.




lunes, febrero 14, 2011

DE LOS GOYA HASTA LA P... CORONILLA

Reconozco desde ya que no me gusta el cine español, salvo honrosas excepciones (esencialmente, Alex de la Iglesia y Amenábar). Lo demás me parece una bazofia ideológica de mucho cuidado. Y reconozco de partida que no vería una gala de los Goya ni aunque me pusieran electrodos en los huevos. Pero eso no hará que me prive de opinar, para desgracia de los que discrepen de mi criterio. 
El cine español es un submundo lamentablemente hipócrita que -para empezar- nos cuesta dinero: es más lo que gastamos en él a base de subvenciones (siempre a los mismos, curiosamente) que lo que estos "artistas" recaudan en taquilla. Es decir, se trata de una industria antieconómica, y por ende, ineficaz. Por si eso fuera poco, se trata de una "industria" bastante sectaria desde el punto de vista ideológico, algo normal si pensamos que está dominada por los que se autodenominan "progresistas", los perdedores de una guerra civil  que ocurrió hace setenta años (curioso, porque muchos ni habían nacido) y de la que se acuerdan a diario, los que siempre tienen algo de qué quejarse y alguna bandera tricolor a la que enrollarse: los Bardem, los Resines, etc... Argumentalmente, el cine español vive de tópicos: no salimos de la Guerra Civil, del drama, de los marginados: tramas duras, oscuras, descarnadas, ideales para el que desea ir al cine a pasar un rato entretenido... Biutiful del todo.
El cine español se queja de que pierde dinero por culpa de las descargas. Otra mentira más. Las películas más descargadas son americanas, y la industria americana del cine va viento en popa. Incluso innovando, con técnicas como el 3D. El cine español pierde dinero y espectadores porque sus resultados, en general, son una puta mierda. Para muestra de lo que digo, el morro sideral de Isabel Coixet, que tiene el cuajo de presentar a la Berlinale un "documental" que consiste en "una hora con el juez Garzón". Coixet en su línea, primero nos golpeó con El mapa de los sonidos de Tokio, y ahora nos sacude con otro peñazo insoportable que -dicho sea de paso- no pienso bajarme de internet.
Una vez finalizado el desfile de glamour por la alfombra roja y convenientemente silenciados los abucheos de los Anonymous, ayer el dimitido presidente de la Academia, Alex de la Iglesia, tuvo el valor de decir en su último discurso que "el futuro del cine está en internet", ante el impávido rostro de la ministra Sinde, de su enterradora Bollaín y de los que ven en la prohibición de las descargas el modo de salvar el cine español. Son tan ignorantes que no saben que internet no tiene fronteras: cerrarán una página, y a los tres días se abrirá un servidor nuevo en otro país.
Una última cosa: casi prefiero que no le den el Oscar a Bardem: con tal de librarnos de otra declaración de amor a su Pe y a su hijo, lo que sea. No estamos para tanto almíbar.