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miércoles, enero 12, 2011

ECONOMÍA Y ECOLOGÍA

Ayer se supo que Alemania ha crecido durante 2010 a una tasa del 3,6%, corroborando su papel de locomotora de la economía europea. Merkel, la premier que vino del Este, ha sabido enderezar el timón germano con mano firme y ha convertido a su país en el primer Estado europeo en coger el rebufo de la salida de la crisis. Mientras tanto, España prolonga su agonía y el gobierno sigue a verlas venir, poniendo parches, tratando de negociar reformas con unos sindicatos verticales que hace unos meses mandaron al gobernador del Banco de España "a su puta casa", conteniendo la respiración cada vez que acude a una colocación de deuda pública y echando la culpa de sus males a los especuladores. En definitiva, perdiendo el tiempo, porque está claro que Zapatero, el del talante, le ha cogido gusto al gatillo del Decreto-ley, y así es como aprobará las reformas pendientes.

Igual que "España no es Grecia", y que "España no es Irlanda", slogans repetidos hasta la saciedad -como si repetir mil veces un deseo fuera a transformar el deseo en realidad-, está claro, para nuestra desgracia, que España no es Alemania.

En España se implanta una moda, se convierte artificialmente en necesidad y se torna inamovible. En Alemania se implanta una moda, se constata su falacia, y se sustituyen hábitos y políticas. Y para muestra un botón: los poderes públicos españoles llevan décadas machacándonos con la necesidad de reciclar los residuos: en 25 años, el Estado, las 17 CC.AA., los más de 8.000 ayuntamientos y diputaciones españolas y todo el enjambre de burocracia que me dejo en el tintero (Cabildos y Consejos Insulares, Diputaciones forales, sociedades públicas...), han gastado miles de millones de euros en llenar nuestras ciudades de contenedores amarillos, azules y verdes, en comprar camiones de recogida, en contratar personal, en construir plantas de reciclaje, centros de residuos, plataformas de transferencia... Todo con el aplauso de las asociaciones ecologistas oficiales. Ha tenido que ser una asociación desconocida la que ponga de manifiesto la inutilidad del sistema.

Miles de millones mal destinados, que han servido -fundamentalmente- para enriquecer a empresas como Ecoembes, a la que los consumidores le regalamos literalmente la materia prima (envases, vidrio, etc...) y el Estado se la clasifica, compacta y entrega pagando esos costes de transacción -de nuevo- con nuestros impuestos.

En Alemania se han dado cuenta de que los envases no son basura, que valen dinero. Y los propios supermercados alemanes recogen los envases, entregando a cambio a los consumidores un vale, que puede canjearse en la siguiente compra. El resultado es que en Alemania se recuperan el 98,50% de los envases, mientras que en España se recicla un porcentaje que ronda el 20%. En Alemania es prácticamente imposible encontrar una lata de pepsi en el campo, porque es recogida inmediatamente para su canje por quien la encuentre. Por no mencionar la ayuda real que muchas familias alemanas perciben con ese descuento en su compra del mes, algo desconocido para los que seguimos separando nuestros residuos y entregándolos a cambio de nada.

Aquí seguiremos con el mito del reciclaje, tirando los millones que no tenemos y creyéndonos que se hace ecología al andar. Y no, con frecuencia la ecología se hace volviendo a las antiguas costumbres de nuestros abuelos, que canjeaban las botellas de vino o de La Casera en la tienda del pueblo.

3 comentarios:

Insurgentemente dijo...

Desconocía ese dato. Interesante.
Mira, de toda la vida ha existido el espionaje industrial, copia lo bueno del vecino y mejora lo malo, pero es que ¡ni para copiar!!.

Y es que a nadie le gusta la verdad hasta que se la disfrazan de mentira.

Gracias! kisses

Manu dijo...

Estuve una vez en un municipio de Huesca en el que la sanción por incumplimiento del deber de reciclaje era muy alta y se hacía cumplir de forma rigurosa, de modo que cualquier vecino era un delator en potencia, con el agravante de que siempre hay algo que no tienes muy claro dónde va, del tipo de los pañales sucios (con partes de plástico). La otra cara de la moneda sería mi edificio, en el que creo que soy el único que se da el paseito de 200 metros hasta los contenedores de reciclaje, sin niguna consecuencia negativa para mis convecinos. Ahora, qué se te ocurra echarte un cigarrito en un bar y vas a saber lo que es una sanción en condiciones.

LAS RUINAS DE ISENGARD dijo...

Bueno, es lo último, que exista un "deber de reciclaje"... Por esa misma regla de tres, debería existir el deber de los políticos de no decir chorradas, y por cada chorrada que dijeran, multa al canto. Acabábamos con el déficit en 3 semanas...