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jueves, marzo 10, 2011

EL ESTADO DEL MALESTAR

Publicado por Ediciones Península, acaba de ver la luz "El Estado del malestar", de Raúl Eguizábal. Un acertadísimo título en los tiempos en los que vivimos, en los que el Estado, una vez perdidos sus reparos, ha decidido fagocitar al ciudadano, y a pesar de ello, decirle que es por su bien. El antiguo Welfare State, el Estado protector de Jürgen Habermas, se ha tornado en un Estado ineficaz, despilfarrador, caprichoso y siniestro, parejo con la calidad intelectual de sus políticos, cuyos recursos más pacíficos son el decreto-ley y la multa. Se trata de un Estado al que el bienestar de sus ciudadanos se la trae al fresco, y ya sólo se preocupa por el bienestar de su casta política, allegados y demás familia. Un Estado que abusa de sus ex-ciudadanos, ahora súbditos sin conciencia de ello.


Lo gracioso de todo esto es que estando -como estamos- abrasados a impuestos, adocenados por una televisión hábilmente dirigida, crujidos a multas, y cada vez menos libres,  el Estado contemporáneo es incoherente, pero mantiene la ilusión de la libertad en el pueblo llano con un paternalismo vomitivo: con una incoherencia deliberadamente estudiada, permite y canaliza botellones en los que los más jóvenes pueden llegar al coma etílico con la debida asistencia sanitaria, pero prohíbe fumar en los bares. Permite que una menor tome sola la decisión de abortar, pero prohíbe la bollería industrial en los colegios. El Estado nos habla como si fuéramos idiotas, diciéndonos que la "factura petrolífera" nos cuesta tanto al año (cuando esa factura es pagada a diario por los ciudadanos, no por el Estado), y simultáneamente se niega a construir nuevas centrales nucleares -como ya están haciendo Francia, Italia, o incluso Finlandia, tradicionalmente antinuclear- que reduzcan nuestra dependencia energética. Aquí subvencionamos ruedas. 


El Estado se preocupa por nuestra salud y apela al ahorro energético -de los ciudadanos, claro-, mientras despilfarra energía y libera contaminantes sin control. Reprime con dureza los excesos de velocidad mientras los coches oficiales circulan sin limitaciones y nos facturan sus multas vía Presupuestos Generales del Estado. Es la era de la prohibición incoherente. Y todo, todo por nuestro bien.


Y lo triste es que el Estado, tal y como lo sufrimos en la actualidad, es impune. Haga lo que haga, nadie le juzga, nadie le pide cuentas. Quedan demasiado lejanas las citas electorales, y el control ciudadano se diluye bajo la manipulación ejercida por el poder. Después de ver el caos de la reforma en el sector financiero, tras conocer el "Plan" energético del gobierno (plan renove de neumáticos, 110 km/h, etc...) y después de oir a nuestro enajenado presidente pedirle a Rajoy que hable con Dios para que le de la receta del Plan energético (sic), hoy la Agencia Moody's ha rebajado de nuevo el rating de España. 
Reacción oficial: malestar en el Ministerio de Economía porque la Agencia Moody's no ha respetado el plazo de tres meses desde la última bajada que la ministra Salgado había pactado con ellos para que dejaran tranquilo nuestro rating. 


Conclusión: la economía, nuestra economía, les toca los cojones. Lo único que quieren es llegar vivos a las elecciones, seguir copando puestos jugosamente remunerados, no perder su status, y seguir manejando los hilos del poder.

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