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viernes, julio 29, 2011

LAVAPIES, CIUDAD SIN LEY.

Leo asombrado la basura de la web no oficial de Anonymous, en la que algún descerebrado con problemas para reconocer y asumir la autoridad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado afirma lo siguiente:

"En varios puntos de España se suceden controles policiales en los cuales se exige la documentación de forma claramente discriminatoria. Exigiendo tal documentación casi en su totalidad a extranjeros. Al pedir explicación del por qué de estos controles, no dan una respuesta clara y lógica. Suelen sucederse en puntos por los cuales transitan más extranjeros, no siendo estos puntos más conflictivos que otros. En este video podemos ver como el pueblo de Lavapiés demuestra que está despierto, que tiene voz, que tiene fuerza, que tiene la posibilidad de cambiar las cosas"

Y adjunta un vídeo lamentable -reproducido al final- que demuestra que Lavapies se ha convertido en un ghetto vergonzoso al que algunos llaman "foco de multiculturalidad". Volvemos al buenismo que nos invade, a confundir el culo con las témporas y a volver las cosas del revés de un modo surrealista. Acabarán pidiendo para los traficantes subsidios a cargo de la Seguridad Social que pagamos los cuatro gatos que todavía trabajamos. 

España es un país peculiar. Cualquier emigrante (los españoles incluidos, ahora y en el pasado) asume que el país que le da trabajo tiene derecho a exigirle -si no que se adapte- al menos que respete sus leyes y sus costumbres. No es obligatorio que los camareros españoles que trabajan en Londres tomen el te, pero no sería admisible que se manifestaran en Trafalgar Square contra tamaña costumbre monárquica y clasista. Bueno, sería admisible, que Londres es una ciudad muy tolerante, pero tal manifa sería el blanco perfecto para el más descarnado humor británico y pasaría absolutamente desapercibida. 


Aquí no. Aquí somos tan solidarios que recortamos fondos públicos a la Iglesia católica (de la que no formo parte, vaya por delante), la misma que tiene un ingente patrimonio monumental y artístico que mantener, y protestamos por la visita de su representante, mientras financiamos con dinero público mezquitas y asociaciones islámicas a los mismos que defienden la lapidación de adúlteras y declaran abiertamente su intención de reconquistar Al Andalus. 

Aquí somos tan originales que permitimos que muchos (y digo "muchos", no "los") inmigrantes se erijan en macarras de barriada y se permitan el lujo, no ya de exigir prestaciones y más prestaciones, sino de copar barrios enteros impidiendo el paso a la policía e indignándose porque le piden la documentación a un fulano con 28 antecedentes penales. Gentuza que ya aburre con el argumento del racismo cada vez que alguien les llama la atención por algo. Y sorprendentemente, siempre hay gilipollas españoles que les secundan en su actitud, en un intento de convertir Lavapies en una especie de Tres mil viviendas, un barrio sevillano donde niños de 9 años venden droga, donde la gente hace fogatas en la calle y donde la policía hasta hace poco ni se atrevía a patrullar. 

Nada se dice de los que viven en Lavapies desde siempre y están hartos de las putas que invaden la puerta de su casa, de los traficantes que acechan a sus hijos y establecen "su ley" en el barrio, de los robos en los coches, de los atracos nocturnos a punta de navaja, de las peleas, de las vomitonas, de las agresiones... Esos no cuentan, y cualquiera que levante la voz para defender sus derechos y exigir al inmigrante que cumpla con las leyes del país que le acoge, resulta que es un fascista.

Pues si eso es así, yo debo ser un fascista. 

P.D.  Gracias, Sr. Caldera, por su legado y por la inmigración de calidad que nos ha traido.



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