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miércoles, diciembre 15, 2010

LA INSOSTENIBLE SOSTENIBILIDAD

De un tiempo a esta parte vengo escuchando a mucha gente (veeenga, vale... sobre todo a los políticos) hablar de "sostenibilidad". Cualquier idea peregrina, adornada con el calificativo "sostenible" adquiere otro cariz, como si se revistiera de un aura que la hiciera digna de ser escuchada, y hasta considerada.
Mientras mi espalda sigue en estado de alarma, he sufrido hoy en Onda Cero a Jesús Caldera, ex-ministro de Trabajo -recordado por sus inigualables cifras de paro, sólo superadas por Celestino Corbacho- y ahora "agente" reflexivo y pensante del PSOE. Que digo yo que debe ser el único que reflexiona dentro del PSOE... Pero que va, ni eso. Porque si reflexionara de verdad ya se habría ahorcado con su propia corbata. 

Pues bien, Jesús Caldera, desde su apartada atalaya de reflexión suele utilizar ese adjetivo con profusión. Sostenible. Lo dice y parece que cada letra le llena la boca como si degustara una tapa de micuit de pato al vino tinto dulce de Monastrell: sos-te-ni-ble. Porque otra cosa no se, pero a Caldera se le da de miedo comer bien. Pregunten, pregunten por los restaurantes de José Abascal, Miguel Ángel o Zurbano. Se sorprenderán de lo bien que come un socialista.

Por cierto, menudo viajecito se ha pegado el amigo, reflexionando en Nueva York con Felipe González, Carmen Chacón, Bill Clinton... La progresía internacional unida de la manita para cambiar el mundo. Un personaje -Caldera- que fue incapaz de ordenar la inmigración cuando esta era su máxima responsabilidad en el Gobierno de España (recordemos que fue Ministro de Trabajo e Inmigración cuando se institucionalizó el "papeles para todos"), ahora va pontificando por el mundo sobre cómo ordenar la inmigración mundial. No me digan que no es kafkiano. Así le miraba Clinton, girándose hacia su vecino de asiento con cara de pensar "¿Y este pavo que habla quién coño dices que es?"

Todo sería infinitamente más sostenible si el Sr. Caldera se pagara esos viajes de su bolsillo, en vez de tirar de las subvenciones gubernamentales que sostienen su atalaya de pensamiento y que financiamos usted y yo.

Caldera ya se ha aburrido del Plan del Oeste y ahora se dedica a disertar sobre la sostenibilidad, sobre el medio ambiente, sobre el cambio de modelo económico (como si un modelo económico fuera algo que se cambia en tres días por un gobierno de inoperantes). Y su partido (que a estas alturas ni es socialista, ni es obrero, y tampoco se qué decirles sobre su españolidad), al igual que el gobierno que sustenta, se dedica a lo mismo: a predicar la sostenibilidad sin creerse una palabra de su propio discurso. De otro modo no llorarían en Bruselas por mantener las subvenciones al carbón -la energía más contaminante y menos rentable que hay- mientras le dan un tajazo sobrecogedor a las subvenciones aprobadas hace unos años en favor de las energías renovables, y al calor de las cuales un nutrido grupo de empresarios se arriesgó a invertir su dinero. El mismo grupo de empresarios que va a ver cómo su inversión se va a la mierda gracias al gobierno. 

Para tranquilizar su conciencia, el Presidente inelegido -Rubalcaba- retrocede y reconoce que aquí para investigar, innovar y -en definitiva- cambiar el modelo productivo, más vale que ponga la pasta el sector privado, porque lo que es el público... En fin, es ahí, en esas citas, en esos discursos, cuando a los empresarios se les llama "emprendedores". En otras ocasiones esos mismos empresarios se transforman en boca de los políticos en otra cosa muy diferente: en especuladores.

Por cierto, el Plan del Oeste debió quedar enterrado en un nicho sostenible y biodegradable, porque el oeste de la provincia de Salamanca, después de recibir muchas promesas (eso sí, justo antes de las elecciones) no ha visto ni un euro... ni una raspa de micuit. Todo el plato se lo comió Caldera.


Para Irene, que me abrió los ojos.

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