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miércoles, abril 21, 2010

LA CAPILLA LAICA

(Dedicado a Ouassima, que a sus 19 años va en pleno agosto tapada como una monja, que no puede ir a la piscina y que descubrió los vaqueros hace apenas unos meses)

Leo en la prensa salmantina de hoy un titular que -lo reconozco- me deja en fuera de juego: "En breve abrirá al público la capilla laica del tanatorio municipal". Claro, enseguida tengo que frotarme los ojos (son las 7:50 h). Miro la taza de café, sin saber muy bien si el camareta me la ha llenado de café o de orujo. Pero no, es café. Café Illy, dicho sea sin ánimo de hacer publicidad.
Preso del estupor, me adentro en las profundidades de la noticia. Resulta que, una vez terminadas las obras del tanatorio municipal, lo último -por conflictivo- ha sido el tema de la capilla. Y lo han resuelto de un modo admirable: objetivo prioritario, no ofender al personal. Y por personal me refiero a las religiones minoritarias, con las que -por descontado-, debemos ser tolerantes. Porque claro, si un musulmán ve de reojo una capilla católica se puede ofender. Igual que yo me puedo ofender y montar el pollo de la laicidad si atisbo un minarete en Sudán; aunque puede que yo salga del intento azotado públicamente por los mismos musulmanes que fuera de su país reclaman su libertad religiosa, pero eso son nimiedades que no vienen al caso.
Lo verdaderamente importante es la "solución" que se le ha dado a la capilla. Es una capilla, como digo, "laica". ¿Qué cómo se come eso? Pues muy fácil. Construye usted el habitáculo, y le coloca un altar católico. Pero delante de dicho altar, se sitúa una cortina opaca que -en el supuesto de que la visión de un altar católico nos estrese las meninges- puede correrse, en cuyo caso la capilla queda convertida en una capilla laica, sin símbolos religiosos.
Es fácil, es como el café con sacarina que se toman algunos de mis amigos después de una caldeirada de cordero con patatas. A estos extremos de ridiculez políticamente correcta hemos llegado.

Pensándolo bien, no me parece adecuado. Lo suyo habría sido aplicar la técnica que se utiliza en los teatros: como punto de partida, montamos una escenografía católica. Y tirando de cuerdas alternativas, se sube el decorado católico y se baja uno islámico, o se sube el católico y se baja el budista, o se sube el católico y se baja el judío. Así cada cual podría rezar a la deidad que mejor le salga de las pelotas. Por supuesto, habría que sacar una plaza de tramoyista, para gestionar el invento, oportunidad única si el alcalde tiene que colocar a alguien. Y de paso, podíamos aplicar el mismo sistema en todas las iglesias de Salamanca, incluidas las dos Catedrales, no vayamos a ofender a alguien con tal sobrecarga de simbología católica.

Esto de la libertad religiosa tiene su miga. Creo que un agnóstico impenitente como yo es la persona más indicada para opinar sobre la cuestión, pues en este caso no tengo prejuicios añadidos. Dicho finamente, las religiones, en general, me tocan los cojones. Vamos, que me son indiferentes. Me parece -el de la religión- el invento más alienante de la historia de la humanidad. Pero eso no obsta para que alucine con las cosas que se ven y se oyen en nombre de la libertad religiosa, de la tolerancia y de tantas mandangas...

A mi modo de ver la libertad religiosa consiste en que cada cual practique la religión que desee sin obstáculos ni cortapisas, y sin discriminaciones. Esa libertad tiene un ámbito externo, relativo al culto, y un ámbito interno, domiciliario, si se quiere. Muchos judíos, o muchos budistas residentes en España practican su religión sin necesidad de exhibirse. Ojo, eso no significa que tengan que esconderse, pero las ideas religiosas -que forman parte de lo más intimo de una persona-, mayoritariamente se ponen en práctica en privado. Y miren, si el 70% de la población española es católica, pues habrá que joderse y reconocerle mayor relevancia a la religión católica que a la budista, por ejemplo. Por ello, no voy a caer en la memez progre en la que han caído algunos, reclamando la supresión de los crucifijos en los centros de enseñanza públicos, o la sustitución de las vacaciones de Navidad por las "vacaciones de invierno" (idea que partió de los inefables políticos catalanes), porque se trata de símbolos más culturales que religiosos. A nadie se le ocurriría plantear en Irán la reconversión de las mezquitas en centros socioculturales, ¿a que no? Pues eso.
Esa convivencia de religiones sería posible si todos nos respetáramos en proporción a la representatividad de cada religión. Me explico: partiendo de unos mínimos derivados del derecho fundamental a la libertad religiosa aplicables a todas las religiones, habrá que convenir -nos guste o no- que por razones históricas hay una religión con mayor "presencia" que las demás, y ello no debería ofender al resto de las religiones, siempre y cuando los creyentes de éstas puedan montarse su movida sin injerencias del poder público.
El problema surge cuando determinadas... iba a decir sectas, pero no, determinadas religiones pretenden la imposición de sus ideas y el exterminio de la libertad religiosa. Y lo que ya es de juzgado de guardia es que encima proliferen ignorantes que apoyan ese nazismo religioso apelando, precisamente, a la libertad religiosa. Una cosa es respetar las creencias de cada hijo de vecino, y otra cosa muy pero que muy distinta, es que la comunidad musulmana (esa que defiende el castigo físico a la mujer) exija la construcción de mezquitas en un territorio que no es el suyo. Otra cosa muy pero que muy distinta es que la comunidad musulmana pretenda imponer sus ritos a los demás, al grito de "muerte al infiel". Otra cosa muy pero que muy distinta es que la comunidad musulmana nos quiera hacer comulgar (Dios santo, que palabra más inadecuada) con la rueda de molino del velo. Porque se empieza por tolerar el velo en los colegios, y a ver quién es el flamenco que pone las cosas en su sitio cuando se de el caso de la primera musulmana que vaya al instituto con burka.
Decía mi abuelo que "donde fueres haz lo que vieres". Pero los abuelos musulmanes no debían enseñar a sus nietos las mismas cosas. Y al paso que va la burra, se acaba justificando la intolerancia de la comunidad musulmana con el resto de comunidades religiosas apelando, precisamente, a la tolerancia con la comunidad musulmana. Un lío de cojones.
Dicen los defensores de esta nueva libertad religiosa que atenta contra los derechos fundamentales prohibir a las alumnas musulmanas ir a clase con velo. Y una mierda. Los que atentan contra la normativa interna del centro de enseñanza son ellos, pues pretenden vulnerar unas normas de convivencia. Dicen otros que la clave está en la libertad: que si la niña lleva el velo por propia convicción, hay que permitirlo. Y no estoy de acuerdo. Porque ¿cómo adivinamos si lo lleva por propia convicción o si lo lleva por "consejo" patriarcal? ¿Qué haremos cuando una alumna musulmana se presente en clase con un burka diciendo que lo lleva por propia convicción?.
Personalmente me parece indecente que tengamos que tolerar -y si me apuran, hasta hacerle la ola- a una religión que defiende que las mujeres vayan tapadas hasta las orejas mientras ellos van a la moda y en manga corta, y algunos hasta visten vaqueros de DKNY y camisetas de Custo. Pero sólo es una opinión. El debate es otro, es el de hasta dónde hay que tolerar. Y la cosa es simple. Donde fueres, haz lo que vieres. Igual que si un español se traslada a un país musulmán, tendrá que respetar las costumbres que allí tengan, los musulmanes que residen en España, tendrán que respetar nuestras normas, nuestra idiosincrasia y nuestras costumbres. Por mucho que les reviente. Si un centro de enseñanza tiene prohibido asistir a clase con la cabeza cubierta, eso afecta a todos. Musulmanes y raperos. Y si a Ahmed no le gusta la normativa del colegio al que lleva a su hija lo tiene fácil: cámbiela de colegio. Es lo que hacemos los demás cuando algo no nos gusta. Y si Ahmed no se encuentra agusto en esta España tan occidental y tan infiel, es fácil: váyase usted a Sudán a buscar trabajo. Trabajo no sé si encontrará, pero al menos podrá aplicar la sharia como mejor le venga en gana. La policía religiosa cuidará de ello.

5 comentarios:

Gilraen dijo...

Si fuésemos capaces de aplicar la justa dosis de tolerancia, sentido común y respeto, otro gallo nos cantaría.
El refranero castellano es muy sabio y efectivamente "Donde fueres, haz lo que vieres".

Dailea dijo...

¡Capilla laica! jajajajajajajajajaja esta iglesia me sorprende cada día más. Bueno imaginación nos les falta.
Precisamente es un tema que estamos estudiando ahora en ética, hasta qué punto debemos tolerar este tipo de asuntos. Estoy de acuerdo contigo (aunque me gustaría que España fuera mas laica aun). Si no te gusta el crucifijo pues planta a tu hijo en un colegio público.
En cuanto a la noticia que te pasé: si, pensé lo mismo. Tube que leerlo dos veces para hacerme a la idea de que lo estaba leyendo de verdad.
Por cierto, no te equivocaste, hiciste bien en estudiar derecho. Periodistas hay demasiados, buenos abogados muy pocos.

LAS RUINAS DE ISENGARD dijo...

Huy. Creo que deberías leerlo por segunda vez. Gracias por tus piropos, me sonrojas.

LAS RUINAS DE ISENGARD dijo...

Querida Gilraen. Efectivamente, la ecuanimidad deberían inyectárnosla en el lóbulo parietal cuando nacemos, como las demás vacunas. Aunque siempre habrá irredentos de pelos largos inasequibles al desaliento, y nada nada ecuánimes... ;)

Gilraen dijo...

¿De pelos largos???
Mmmm, ¿por qué será que estoy pensando en alguien? jajajaja...