ATORNILLADOS AL SILLÓN (Y OTRAS HIERBAS)

Mi capacidad matemáticamente ilimitada de analizar los acontecimientos queda bloqueada cuando observo determinados comportamientos terrestres. Me dirán ustedes que ya están cansados de tanta política, pero es que... hay tanto donde rascar...

Hoy me voy a dedicar a despellejar vivos a algunos cargos públicos que deberían estar en su casa. A aquellos cargos públicos (algunos políticos) que estar dispuestos a volverse coprófagos con tal de seguir disfrutando de las prebendas, de los coches oficiales, de las dietas, del sueldo público y de las influencias, claro. Con tal de seguir enchufados a la ubre pública, en una palabra. En terminología bibianista, cargos públicas y cargas públicas. Porque sí, porque yo lo valgo. Y ya que me bajan el sueldo y encima me dicen que ni se me ocurra quejarme, pues voy a dejar la corrección política para que aquéllos que la defienden y la practican se la metan exactamente por ese punto donde el sol no brilla.
Por razones de espacio y de paciencia de mis lectores, hoy me ocuparé "sólo" de cuatro personajes inefables. Pero hay tantos, que estoy considerando seriamente hacer una entrega semanal que, previsiblemente, durará hasta que me jubile, y puede que aún así incluso me deje a alguien en el tintero. Tal es nuestro país.

El primer ejemplar que me viene a la cabeza es el inefable Paco Camps. Cuando un gobernante confunde su ámbito de gobierno con él mismo, como le sucedió a Luis XIV y a casi todos los Luises de la Corona francesa hasta que la gillette talla grande empezó a funcionar y puso las cabezas en su sitio, es que algo en su cabeza va mal. Paco Camps, según él mismo, no es el Presidente de la Comunidad Valenciana. Él es la Comunidad Valenciana. Y por eso, a pesar de llevar ya varios años bajo sospecha, se permite el lujo de desvariar diciendo que él "es Juan sin miedo" (sic) y que en España "45 millones de personas saben que soy inocente". Mire usted, Sr. Camps, a usted se le ha ido la cabeza con este temita del caso Gurtel. Y ya no es que su posición esté bajo sospecha por tres trajes, como quiere hacer creer a toda la España durmiente. No. Es que bajo su dirección (o su inacción, o su no enterarse de nada, que sería más grave), su partido está metido en una movida de chanchullos, de apaños, de prebendas, de influencias, de millones, de enchufados, de favores... De corrupción. No me vale que se haya quitado de enmedio a Ricardo Costa, ex numero 2 del PP valenciano, para (única y exclusivamente) salvar su presidencial culo. Y no me vale eso de que "son unos pocos que se han aprovechado del partido para enriquecerse". Si usted es el presidente del PP valenciano y de la Generalitat (valenciana), y bajo su mandato se ha cocido toda esa fabada maloliente, el primero que debe irse a su casa -por una simple cuestión de higiene democrática- es usted. Porque en política no sólo hay que ser honrado, además hay que parecerlo. Así que señorito Camps, háganos un favor a todos, despegue su culo trajeado del sillón, y lárguese de una vez.

El segundo ejemplar en mi análisis de hoy es el inefable Diaz Ferrán. Este sí que es hispánico. Mientras todas sus empresas van directas a la quiebra, dejando a miles de trabajadores en la calle sin cobrar sus sueldos, dejando a miles de viajeros sin viajes y sin dinero, él va por la vida como presidente de la CEOE, dando lecciones de economía y reuniéndose en la Moncloa con el otro experto económico que nos está llevando a una ruina que no se veía desde 1936. Lo de Diaz Ferrán es muy grave, porque tenía que estar en su casa desde hace meses, pero más grave es lo de los empresarios, que lo eligieron como presidente de la CEOE y que a día de hoy, con la que está cayendo, lo mantienen en el cargo. ¿A qué están esperando para meterle una patada y largarlo de su sillón, generosamente remunerado? ¿Están esperando a que lo condenen por estafa? Porque si es eso, no creo que quede mucho tiempo.

Mi tercer elemento de hoy es Baltasar Garzón. El soldado universal en lucha permanente contra los genocidios, pero no todos, sólo los que le convienen según sus prejuicios ideológicos. El cinematográfico Swarzennegger al lado de este superhombre de la justicia no era más que un patético boy scout. Y cuidado, no lo critico: está bien que Garzón defienda su puesto de trabajo hasta sus últimas consecuencias, al fin y al cabo es otro funcionario insolidario como yo que se ha ganado su plaza a pulso. La diferencia entre él y yo es que él puede vulnerar la ley y protestar cuando le procesan, alegando que le están haciendo un juicio político; él tiene poder de convocatoria y las asociaciones de desentierramuertos van a despedirle a pie de escalerilla de la Audiencia Nacional, todos llorando y con el puño en alto. El puede, en fin, reirse del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial en sus respectivas caras, y largarse a La Haya aunque esté imputado en tres causas, en una de ellas con auto dictado de apertura de vista oral. Con dos cojones.

Mi cuarto ejemplar en este zoo de impresentables es un sindicalista. No, no voy a hacer sangre con Cándido Mendez ni con Toxo, pobrecitos míos, con lo enfadadísimos que están a causa del desmantelamiento de la política social-ista. Pobrecitos míos, que hoy se van a repartir otros 16 millones de euros de dinero público (aparte de los 190 millones que ya llevan en este año), a ver si así se les pasa el enfado y se piensan lo de convocar una huelga general. No. 

Mi cuarto impresentable se llama José Ricardo Martínez. ¿Lo conocen? ¿A que no? Pues eso. Es un ser tan insignificante, tan culturalmente escaso, tan políticamente irrelevante, tan económicamente ignorante y tan ideológicamente sectario que no merecería ni la más mínima atención, sino fuera porque ostenta la secretaría general de UGT en Madrid. Nada menos. Este sujeto se permitió hace siete meses todo un lujo: mandar  en público y reiteradamente "a su puta casa" (así, como suena) al gobernador del Banco de España por decir que España necesitaba medidas económicas urgentes, entre ellas una reforma laboral que agilizara el mercado de trabajo. Una reforma laboral a la que todo el PSOE y el Gobierno -con su cervatillo maquiavélico a la cabeza- entonces se negaron, y que sin embargo hoy, está en las mesas de los Ministerios de Trabajo y Economía. ¿Quiénes tendrían que marcharse hoy "a su puta casa"? La pregunta se responde sola, ¿verdad que si?

http://elcallejondelesperpento.wordpress.com/2010/05/17/la-amarga-caida-de-gerardo/