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jueves, mayo 06, 2010

SISTEMAS ECONÓMICOS Y LIBERTAD

A este organismo cibernético BIOS-B3P11 el planeta Tierra cada día le desconcierta más. No digamos ya el fragmento España del planeta Tierra. Ese no me desconcierta, directamente me alucina. En fin, que mis datos, recopilados a través del tiempo y del espacio, arrojan informaciones dispares sobre los sistemas económicos del planeta. 
Es sorprendente, pero los sistemas económicos terrestres no se basan en criterios económicos, sino que se basan en otro tipo de criterios que nada tienen que ver con la economía. Dada la limitada capacidad cognitiva de mis amados lectores, me explicaré mejor: los seres humanos, en vez de estructurar sus economías en función de criterios de riqueza, de eficacia y/o de rentabilidad, las estructuran sobre la base de mayores o menores restricciones de libertad individual. Una economía, pues, no se define en función del bienestar que proporciona a la población, sino que queda determinada por el mayor o menor margen de libertad que el Estado de turno roba (si, digo bien: roba) a sus ciudadanos. 
Vamos a los ejemplos, que siempre son ilustrativos. Los sistemas económicos socialistas, que primaron en la Europa del Este y que todavía sobreviven -a pesar de su absoluto fracaso, empíricamente demostrado- en determinados países asiáticos (Corea del Norte y, en parte, China, son dos de ellos) se basaban en considerar que los ciudadanos no solo eran idiotas, sino que además eran idiotas peligrosos, por lo que el Estado tenía que tutelarlos, organizarles la vida y decirles lo que podían tener y lo que no. Estaba prohibida la propiedad privada, la iniciativa económica, y era el Estado -o mejor dicho, la tecnocracia que regía los destinos públicos- el único agente económico que operaba en un "mercado" dirigido y lleno de distorsiones. 
Los sistemas socialistas igualaron a los ciudadanos por abajo: en vez de que una parte de la población sea pobre y pase hambre, mejor que todos pasen hambre, y así estarán en igualdad de condiciones. Todo ello mientras dichos Estados se blindaban militarmente para paliar sus propias inseguridades, internas y externas. Eran sistemas económicos invasivos, pues se extendían como una mancha de aceite sobre la sociedad, anulándola, alienándola y eliminando la libertad individual. Las estadísticas sobre alcoholismo así lo atestiguaban en países como la U.R.S.S., Rumanía o Yugoslavia. A falta de libertad y de pan, bueno es el vodka.
Centrándonos en los sistemas occidentales, también se da una paradoja curiosa: el enfrentamiento entre liberalismo e intervencionismo económico. Los humanos siempre tienen que bascular entre dos extremos, y arrojarse de todo de una trinchera a otra. El liberalismo propugna la cuasidesaparición del Estado, dejando que la economía funcione libremente a través del mercado.  Esa idea es sugerente, si no fuera porque el mercado en sí mismo considerado tiene determinados fallos de funcionamiento de sobra analizados en la teoría económica. Por eso, es razonable que el Estado intervenga para corregir esos fallos del mercado. Ahí hemos llegado al punto medio de la recta. Por qué los humanos no se quedaron en ese punto, es para mí una incógnita. 
Unos se colocaron en un extremo, pues llegaron a la conclusión de que el Estado debía ser mínimo, y que aunque el mercado tiene fallos, la libertad individual está por encima de todo. O sea, que si un humano arriesga en el mercado, y se arruina, se siente. Pero en todo caso tendrá libertad para tomar sus decisiones económicas, incluso para arruinarse.
Otros se situaron en el otro extremo y dijeron que ni de coña, que el Estado debía tutelar a esos pobres imbéciles disminuidos que ni siquiera saben administrar su patrimonio. Claro, la manera de tutelarlos era restringir su libertad y administrarla el propio Estado. Y entonces, por poner sólo dos ejemplos, fue cuando papá Estado comenzó a subir cada vez más los impuestos para prestar a los ciudadanos servicios públicos -masificados y de una calidad pésima, eso si- y redistribuir rentas -presumiblemente- hacia los más necesitados; y entonces fue también cuando papá Estado intervino en la economía a través de empresas públicas, a pesar de estar demostrado que son las que peor gestionan los recursos -precisamente porque son públicas, y cuando hacen aguas papá Estado acude al rescate con el dinero de todos-.
¿Y dónde está Europa? Pues Europa se mueve entre el liberalismo y el intervencionismo, pero hay diferencias abismales. Mientras países como Alemania, Francia, los países nórdicos o los que integran el Benelux, son intervencionistas pero reservan un amplio margen a la libertad individual, otros países como España, Portugal, Italia o Grecia han optado por calificar a sus ciudadanos de pobres tontitos. Y así, el Estado se endeuda hasta límites inasumibles, porque prefiere pagar subsidios de desempleo y tener a los parados agarrados por las entretelas del subsidio, en vez de crear condiciones objetivas para que sean los propios ciudadanos y las empresas los que generen empleo. 
El Estado interviene en el mercado distorsionando los movimientos empresariales y mezclando política con economía (acordémonos de las impresentables maniobras del gobierno español en torno a la OPA de Endesa, E.on y Gas natural, hace apenas dos años, y por las que Angela Merkel se la tiene literalmente jurada a Zapatero). El Estado se convierte en el principal sujeto de la economía mientras coarta las libertades individuales mediante la técnica de la hiper-regulación: se regulan aspectos surrealistas de la convivencia, como es el idioma en el que un comerciante tiene que rotular su establecimiento. 
Pero ocurre que el Estado es el peor gestor económico, no necesariamente por su estructura propiamente dicha, sino por quién ocupa su estructura: porque son políticos los que ocupan -debería decir okupan- esa estructura. Políticos que sí, han ganado unas elecciones, pero ese hecho por si mismo no garantiza, ni mucho menos, que tengan la preparación necesaria para gestionar miles de millones de euros con una mínima eficacia. Al revés, muchas veces los ciudadanos confían la administración de su economía a auténticos inútiles, cuando no a auténticos corruptos. Y a la vista están los datos.
La frase más repetida estos días ha sido "España no es Grecia". Pero no le queda mucho para serlo si no se toman medidas ya. Lo de Grecia, uno de los Estados más intervencionistas de la Unión Europea, solo deja claro una vez más que el intervencionismo estatal desmedido no es la solución a  nada si los que están en el poder son unos manirrotos o lo que es peor, unos corruptos. Grecia, uno de los Estados más estatalizados de la UE, resulta que en vez de paliar los fallos del liberalismo de mercado con sus medidas de intervención, está al borde de la quiebra y hace pagar el desastre a los de siempre -a los ciudadanos- con un recorte brutal de rentas y de derechos.  Y así está la cosa en las calles de Atenas. Quemando sucursales bancarias y tratando de asaltar el Parlamento. Los tontitos se rebelan al ver que papá Estado les ha fallado.
La verdad, prefiero vivir en una economía liberal que respete mi libertad y mi iniciativa económica, y pagar yo mis propios errores, que vivir en un Estado intervenido que coarta mi libertad y acabar pagando igualmente yo sus propios errores.
En España la economía es tan insondable y tan abstrusa que todo se confía a un "consenso", a un "acuerdo" entre Zapatero y Rajoy. Para este organismo cibernético, ese acuerdo es innecesario, porque si el gobierno está para gobernar y tiene mayoría parlamentaria suficiente, lo que tiene que hacer es aplicar su política y dejarse de buscar paraguas ajenos para cubrirse las espaldas en caso de que la mierda le caiga encima. Es decir, tiene que gobernar y gobernar es arriesgarse, y aplicar medidas a veces impopulares. Y si el gobierno no tiene lo que hay que tener para meter la tijera antes de que la situación obligue a meter la motosierra -como en Grecia-, lo que debe hacer es anticipar las elecciones y que los electores decidan lo que quieren.
El gobierno tiene que aplicar medidas ya y dejar de echarle la culpa de sus problemas a los demás: a las agencias de rating, a los mercados, a los neocon, a los "especuladores"... Resulta que los "especuladores" que desconfían abiertamente de nuestra economía y que hacen bajar el IBEX (¡qué malos!) no son unos señores de negro con los dientes largos que amasan montañas de dinero y viven en castillos siniestros, sino que son los que nos han estado prestando dinero mientras vivíamos a todo trapo, y ahora simplemente dudan de que podamos devolverlo.  Yo en su lugar también lo dudaría.
En julio vence un plazo de Deuda Pública española de 60.000 millones de euros. La duda de los mercados es si España va a tener capacidad para hacer frente a ese plazo, bien devolviendo el capital más los intereses, o bien refinanciándolo. Y las dudas se acentúan porque la campaña de recaudación del IRPF ha empezado con cifras muy por debajo de las previsiones del gobierno, y con el cese del Director de la Agencia Tributaria. Un buen modo de infundir confianza a los mercados.
Pero todo eso son preocupaciones de un ser matemáticamente elevado como yo. A los españolitos de a pie les preocupan otras cosas, como si la liga la ganará el Barça o el Madrid . Incluso diría, a los políticos les preocupan otras cosas: como pactar el reparto del pastel de las Cajas. Eso sí que les preocupa, y ahí sí que llegan a acuerdos Zapatero y Rajoy, por la cuenta que les tiene... Hay demasiada gente de sus respectivos partidos colocada en consejos de administración, y demasiado poder en juego que no hay que perder.
Mientras la economía se va por el desagüe y los pululantes de la calle no son mínimamente conscientes de ello, Antonio Banderas es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Málaga, y los cachondos de Muchachada Nui van a ser nombrados Hij0s predilectos de la Comunidad de Castilla-La Mancha. Con alegría. Mientras todo se descojona, Garzón pone en libertad a toda leche -antes de que le suspendan- a toda la cúpula de Batasuna -incluso con pruebas falsas, como las de Usabiaga- y acerca presos al País Vasco. No sea que nos vaya a hacer falta otro "proceso de paz", que ya queda poco para las elecciones.
Este país es así. Sólo me falta por ver una manifestación de artistas para que la fiscalía retire la petición de tres años de cárcel a la Pantoja por 800.000 euritos de nada que es incapaz de justificar y que presumiblemente salieron del Ayuntamiento de Marbella. 
Un poquito de por favor, ¿cómo vamos a entrullar a todo un símbolo de Essss-paña?
Si es que no sé donde vamos a ir a parar, ya no hay respeto ni valores...

3 comentarios:

Dailea dijo...

"son políticos los que ocupan -debería decir okupan" jajaja que ingenioso eres jodio.
Me ausento un par de días y te desmadras a actualizaciones :P pero cómo no encuentro mejor periódico que tu blog me pondré al dia.
La entrada como siempre sublime, gracias por las aclaraciones de los diferentes estados, que yo aun estoy poniendo un pie en la madurez y hay muchas cosas que se me escapan.

LAS RUINAS DE ISENGARD dijo...

Ya sabes que lo hago con sumo placer. Casto y puro, pero placer al fin y al cabo.

Gilraen dijo...

Isengard robótico, no te cortocircuites, asín somos los de España, visto lo visto.

Chapeau por tu explicación economista, claritita y meridiana. Es que no se puede añadir ni un punto ni una coma. Tal cual.