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martes, mayo 25, 2010

AY, QUE ME VIENE

Ay, que me viene. Que me viene la náusea. Que me... (no seré tan grosero de plasmar por escrito la onomatopeya de mi vomitona vespertina). Basta con mirar a la izquierda (como casi siempre).
En efecto, la tranquilidad ha durado poco. Pero la vida del escritor vocacional y gratuito es así, le viene cuando le viene porque sobre todo, no se vende como una puta. Y no se me ofendan: hay putas muy caras, y también muy profesionales. Pues lo que decía, que la vida del escritor vocacional y gratuito es así de imprevisible, el pájaro de la inspiración acecha escondido y cuando cruza tu mente, ya te ha jodido la siesta.  Te tienes que levantar y hala, a darle a la tecla. No es algo programado, no tiene nada que ver con un contrato, ni con el número de palabras que uno tenga que escribir por semana. La vomitona viene y viene, y hay que coger el barreño. Además, no podría dormir una placentera e irresponsable siesta de martes después de lo que he hecho hoy: porque hoy, queridos compañeros y compañeras -digámoslo claro- he pasado de escribir y me he aprovechado de columna ajena, y eso hace que me remuerda la conciencia. Es como empezar la tarde con cierto sentimiento de haberse defraudado uno a sí mismo y a sus escasos lectores. Así que por lo menos, mientras espero al pesado de ONO, voy a tranquilizar mi interior.
No, esta tarde no voy a despellejar a ningún político. Como diría un político profesional, con esos eufemismos que me revientan, sólo voy a "abrir un espacio de reflexión". Y como el pueblo es soberano pero también imbécil (al menos la mayoría), voy a utilizar una metáfora, voy a contar un cuento para que se me entienda. Vamos allá.
Había una vez en una economía del bienestar no tan lejana, un niño de 7 años. Un niño mimado de esos que te dan ganas de estamparle una hostia en el careto nada más verlo; un niño regordete, de los que lo tienen todo y nada valoran porque no conocen la escasez ni la pena; un niño capitalista, poco solidario, de mirada desafiante, con esos coloretes repugnantes que indican falta de actividad (física, y también cerebral). Con cara de "mi papá me defiende, mi mamá me lo compra". Un retoño del Estado del bienestar, un niño que come todas las golosinas que quiere, porque sus tiernos, amorosos y descerebrados padres le dan una paga desproporcionada y las abuelas compiten entre sí, a ver quién le abre al niño la cartilla más potente. Vamos, que el niño se deja una pasta en el kiosko todos los días. Y se pone a bollos hasta el culo el muy desgraciado. Quizá sus padres alberguen una secreta y clandestina esperanza de que el colesterol acabe por reventarle las arterias a este monstruo consumista, pero eso no lo sabemos. Eso lo dejo a la calenturienta imaginación de cada uno. Y no pongan esa cara de escandalizados, cualquiera puede ser un asesino en potencia en la soledad de su mente. Sobre todo si piensa en un niño como el de este cuento sin hadas. 
De repente, irrumpe en la escena el médico de cabecera. Como es un médico ecuatoriano y él (o sus padres) sí han conocido el hambre y la escasez, se da cuenta de la situación y mirando muy serio a sus padres se decide a implementarles el protocolo en todo lo alto, como un par de banderillas, con amenazas incluidas de acudir a los Servicios sociales (eso siempre funciona, porque no hay cosa más deshumanizante que el hecho de que te críe el Estado). Así que coge por banda a los padres y les echa una bronca soberana. Estos, compungidos, le dicen al niño: niño malo, se acabaron las golosinas. A partir de mañana, bebes agua. Las protestas del niño son más que sonoras, llora y grita como un lechoncete cuando le meten el cuchillo por el pescuezo para recoger el futuro fruto de la morcilla. 
El pobre niño incomprendido ya no podrá gastarse todos sus ahorros en golosinas. Ante tamaña protesta y semejante llanto, los padres (fuera ya del alcance del médico) reculan y le dan un ultimátum: niño, está bien, calla la puta boca de una vez. A partir de hoy podrás comer golosinas, pero a partir del 1 de enero de 2011, se acabaron las golosinas. Y confiamos, claro está, en que el consumo que hagas en estos siete meses sea un consumo responsable. Parece esto un anuncio del Ministerio de la Trini, con lo del consumo responsable, pero así fue. Tal cual se lo cuento.
¿Qué creen ustedes que hará el niño con sus 2.800 euros en sus dos cartillas, con paga semanal (20 eurillos) y siete meses por delante de veda golosinil abierta? ¿Será capaz de controlar sus más estomacales instintos y esquivar su frustración existencial construyendo maquetas, o se pondrá a comer compulsivamente golosinas hasta que explote y sus vísceras de colores cuelguen del techo de su cuarto como adornos de Halloween?

Es una duda que dejo en el aire intencionadamente (aquí es donde se abre el espacio de reflexión que decía).

VEINTE MINUTOS DE REFLEXIÓN

Bien, posiblemente todos ustedes habrán concluido lo que yo. El pobre cerdo golosinil ha explotado. Ni siquiera ha llegado al 1 de enero. Murió, atiborrado, el 21 de agosto. Ni dos meses duró la criatura. Dios lo tenga en su gloria, pobriño.

Ahora retrocedamos dos meses en la historia, en lo que viene siendo un flashback invertido.

A este niño, por arte de birlibirloque, lo cojo por aquí (si es usted argentino, traduzco: "lo sitúo"; no vayamos a tener un problema por las cosas de la lengua), lo cojo por allá, le cojo la varita y le meto con ella en la cabeza, tres toquecitos, le echo unos polvos (de los mágicos) y ¡voilah!. Lo he convertido en un Ayuntamiento. 
Impresionante, lo que era un niño repelente, ahora es un Ayuntamiento. Pues bien, cojamos al Ayuntamiento lechón, y multipliquémoslo por 8.000.
Ahora tenemos a 8.000 locazas municipales que es que se lo gastan todo, oiga, no paran. Venga a hacer rotondas, venga a hacer edificios multifuncionales, venga a hacer frontones, venga a colocar gente en la policía local, venga a abrir calles recién asfaltadas, venga a renovar la flota de coches oficiales, venga a pagar dietas, venga a subir específicos a los funcionarios buenos que se portan bien... Y como estos Ayuntamientos no reparan (porque es que no reparan, oiga), pues tiene que venir papá Gobierno de España a poner orden, porque esto no puede ser. Que es que si los Ayuntamientos se lo gastan todo en chorradas, a mí no me queda nada para subvencionar a los colectivos llave que me harán ganar elecciones, ni para dotar de fondos a la alianza de civilizaciones para fomentar las civilizaciones que someten civilizadamente a sus mujeres y para mis cosas. Que yo también tengo mis gastos, dice papá Gobierno de España. Así que para reducir mi déficit, os cierro a vosotros el grifo. Igual que hice con la Ley de Dependencia, que la aprobé yo para que las comunidades autónomas y vosotros mismos pagárais la receta, pues lo mismo. Que me he cansado de vuestro derroche.
Querida lectora (ya casi tengo la certeza de que sólo tengo lectoras), sé lo que estás pensando. Pero noooo, no voy a entrar al trapo del recorte de sueldos de los funcionarios, ni de la congelación de las pensiones, sólo diré acerca del miserable asesor que parió la idea (y que me perdone su madre) que en su caso llamarle auténtico hijo de puta no es un insulto; es una calificación. Pero no quería fijarme en eso. Quería fijarme en lo otro.
Papá Gobierno de España le dice por decreto (BOE del 24 de mayo) a los 8.000 ayuntamientos y a las casi 50 diputaciones: ¡se acabaron las golos! A partir de mañana, bebéis agua. Hasta el año 2012 por lo menos, no podréis recurrir al crédito. Se acabó la juerga. Y además, lo que ahorréis gracias al recorte de sueldos de los funcionarios, lo vais a tener que destinar a amortizar deuda. A ver si así os saneáis, inútiles.
Claro, el llanto es insoportable. Ahora no podremos hacer obras, buaaaaaa... Todos los Ayuntamientos berreando a la vez es un espectáculo difícilmente tolerable, así que papá Estado recula y mediante una corrección de errores (BOE del 25) les dice: Bueno, venga, va. Os dejo hasta el 1 de Enero para que os endeudéis, pero luego se acabó ¿eh? Y lo digo en serio ¿eh?
Los Ayuntamientos miran a papá Gobierno de España en silencio, con los ojos muy abiertos, aprendiendo la lección a velocidad interestelar y pensando "el que no llora no mama". Y mientras recortan el sueldo de los insolidarios funcionarios, esos cabrones que tienen su plaza fija (menuda desfachatez), se preparan para endeudarse hasta el máximo del límite legal, antes de que llegue el 1 de enero y les coja el toro. Tanto es así que muchos Ayuntamientos celebraron Plenos el 24 por la tarde para aprobar expedientes de préstamo pensando que al día siguiente ya no podrían.

Pregunta 1: ¿Tiene sentido prohibir el crédito a las entidades locales y recortar el sueldo a los funcionarios para que ese ahorro se destine a amortizar deuda, si a las 24 horas se levanta la prohibición de recurrir al crédito hasta el 1 de enero y se dan 7 meses de barra libre?
Pregunta 2: ¿Tiene sentido destinar el ahorro de gastos de personal a amortizar deuda cuando paralelamente se va a crear más deuda? ¿Reduce eso el déficit? 
Pregunta 3: ¿Podemos confiar en la responsabilidad de los Ayuntamientos y en que harán una gestión ordenada de la barra libre, o se pondrán de pacharán hasta las orejas?
Pregunta 4: Algo de la política económica del gobierno ¿tiene sentido?
El niño de esta historia murió cirrótico perdido, porque -supongo que lo desconocen- las golosinas contienen altos índices de sorbitol, que se deposita en el hígado, y claro, con la cantidad de golos que el pobre cerdito comía a diario (kilos y kilos), incrementada exponencialmente en razón de la ansiedad producida por la escasez golosinil que atisbaba en el horizonte, llegó un día en el que su joven pero castigado hígado presentó la dimisión y le dijo ahí te quedas con ese cuerpo.
La quinta pregunta es: ¿estallarán, cirróticos perdidos, nuestros Ayuntamientos y Diputaciones, o por el contrario deberemos confiar -como ha dicho papá Gobierno de España- en su responsabilidad, en una responsabilidad  en la gestión del gasto público que nunca han demostrado, ni siquiera cuando las cosas iban bien?
Lo sabremos el 1 de enero de 2011, cuando veamos las cifras del endeudamiento local. En cambio en este momento, estamos en condiciones de formular un teorema irrebatible: el que con niños se acuesta, meado se levanta. O de otro modo: el que nombra a ineptos para cargos de responsabilidad, acaba salpicado por toda la mierda.
Es lo que ha pasado con el inefable presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, Pedro Castro (el mismo que dijo públicamente que no se explica "que haya tontos los cojones que todavía voten a la derecha" (sic). Este personaje infecto y putero, tan oportuno como una cagada de cigüeña en toda la jeta, dijo en rueda de prensa que, gracias a su intervención, el presidente del gobierno había rectificado el acuerdo tomado en Consejo de Ministros el día 23 acerca de la prohibición a las corporaciones locales de concertar operaciones de crédito.
Y con ello -sin enterarse, que es lo divertido- ha dejado claras dos cosas:
1.- Que la corrección de errores aparecida en el BOE del 25 es ilegal, puesto que el Consejo de Ministros no ha vuelto a reunirse para rectificar su primer acuerdo (el que se publicó el 24). Y los acuerdos del Consejo de Ministros sólo pueden modificarse por acuerdos posteriores del Consejo de Ministros, no por decisiones unilaterales de su presidente. Lo que demuestra que los ministros en este gobierno son verdaderos ceros a la izquierda de su líder zapateril.
2.- Que la Vicepresidenta Salgado -como los demás- aquí no pinta nada, pues el tal Castro la ha dejado por mentirosa y se ha quedado tan ancho. Recordemos que la Sra. Salgado dijo que el Acuerdo inicial del Consejo de Ministros prohibía el recurso al crédito a partir del 1 de enero y que al detectarse el error se había enviado al BOE la corrección de errores. Mintió. El acuerdo inicial prohibía el crédito desde ya, pero ante la rebelión de los alcaldes se dio marcha atrás y se pospuso al 1 de enero.
Todo un poema. Paren, que me bajo.



1 comentario:

Veckia dijo...

Me ha encantado tu exposición.

No creo que haya mejoría ninguna, tiempo al tiempo; al menos en mi zona el alcalde es un inútil y su camarilla igual, con menos luces que un mechero, pero que...oiga usted, lo ha votado la gnete y ha salido elegido en las urnas democráticamente, vaya usted a saber porqué, yo a día de hoy aún me lo pregunto.

Y como dice un refrán popular:"" no hay nada peor que un "desmayao"( hambriento) harto de comer""

Chungo el horizonte, la verdad, y cuando suba el IVA, ya me dirás...

Saludos compañero.